Qué es lo que nos da miedo en el género de terror
12-V-2016
El otro día comentaba sobre el género de terror con Isa, del blog Libros con la yaya. Y casi como quien no quiere la cosa el comentario me llevó a hablar sobre las diferencias que tiene este género dependiendo de la época en que se escribiera el libro que estemos leyendo. Reflexionando sobre ello, la principal diferencia que veo es lo que se utiliza para provocar el miedo en las personas que vayan a leer ese libro.
Lo que antes daba miedo ahora ya no lo da, porque antes se tendía a hacer miedo recreando cosas inverosímiles o insinuándolas: un fantasma, una sombra, una casa victoriana con suelo de madera que de repente cruje, el sonido típico de moneda que cae en el piso de arriba… Y ahora, quien más o quien menos, tiene explicación para todas esas cosas, porque la ciencia ha avanzado lo suficiente como para que cualquiera sepa que eso no es real, que puede haber sido un reflejo, ruido de cañerías o simplemente que la sugestión ha provocado que nuestros sentidos nos engañen creyendo ver u oír lo que queríamos y no lo que era, por lo que siendo conscientes de todo esto esas cosas ya no nos asustan. O al menos no de la forma en que antes lo hacían.
Sin embargo, autores contemporáneos que escriben en el género de terror apuestan en muchas ocasiones, y en contra de lo que solía pasar en épocas anteriores, por provocar el miedo partiendo de cosas que sí son verosímiles y que son susceptibles de dar miedo por sí solas. Y en este campo no hay quien nos gane, porque nada puede dar más miedo a un humano que otro humano. He usado muchas veces este ejemplo, pero es que me parece magistral —y pronto volveré a leer el libro para rememorar esos momentos—, me refiero al caso de Annie Wilkes en la novela Misery de Stephen King. ¿Qué más necesita Stephen King aparte de una persona bastante desequilibrada mentalmente para que nos caguemos —no literalmente; o eso espero— de miedo? El ser humano es capaz de las peores atrocidades que se nos puedan ocurrir —sí, también de lo mejor, pero ése no es el tema ahora—; cuando nos dicen que ha pasado tal cosa en una parte del mundo, o que en la otra parte del mundo tal persona hizo otra cosa, ¿nos paramos a pensar siquiera si es posible que uno de nuestros semejantes haya hecho esa barbaridad? Porque creemos que siempre habrá alguien capaz de todo. Porque lo único que nos impide a nosotros hacer eso mismo es un mecanismo que tenemos en el cerebro, como algo ancestral e innato, que nos hace diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal, y que cuando algo está mal «salta» para advertirnos: ¡eh, por ahí vas mal, frena! Simplemente se necesita que ese mecanismo falle, o que nunca haya existido, para que nos dejemos llevar y hagamos realidad lo que en un momento dado se nos pasa por la cabeza.
Lo que sin duda le debe ser reconocido al terror y a la novela gótica de generaciones anteriores era su ambientación. La recreación de escenarios, de paisajes: tétricos y lúgubres; la forma pormenorizada en la que se detallaba cada movimiento, cada paso, cada respiración… En una sociedad como aquella, que para nada estaba acostumbrada a ese tipo de novelas, sólo con esa ambientación, en muchas ocasiones bastante siniestra, y que además entrase en juego cualquier ser extraño o fenómeno inexplicable, es lógico pensar que era motivo suficiente para meterse debajo de la cama y no salir de allí hasta que los primeros rayos del sol entrasen por la ventana. Y hoy en día esa recreación a la que hago referencia sigue siendo sublime y más que digna de alabar. Muchos de los libros contemporáneos que contienen suspense cogen ideas de los clásicos de terror, y sinceramente lo aplaudo, porque lo que está bien hecho, sea de quien sea y de la época que sea, merece la pena que sea repetido para que pueda ser disfrutado una y otra vez.
Por lo tanto, y sobre todo si echamos muy hacia atrás en el tiempo, puede que los libros que en aquella época eran considerados de terror a nosotros ya no nos den miedo. ¿Pero un susto? ¡Y tanto que nos lo pueden dar!
Si queréis opinar al respecto de lo que pensáis sobre el terror clásico en comparación con el contemporáneo no lo dudéis e id raudos a la zona de comentarios. ¡Estaré encantado de leer todo lo que queráis contarme!
¿Has encontrado algún error en el texto anterior? Me ayudarías mucho si lo reportaras.
¡Hola javi! Considero que tienes toda la razón del mundo: el ser que más miedo nos da es el hombre.
Me ha encantado como te has expresado ( además de recomendar otro libro de Stephen King, haber cuando me pongo a leer a este hombre).
Personalmente no he leído casi ningún libro de terror contemporáneo (por no decir ninguno), pero he de decir que Edgar Allan Poe y Lovecraft han dejado el listón muy alto;).
¡Un saludo!
Esos dos genios son el espejo en el que se miran la mayoría de los escritores de terror de hoy en día, y la mayoría los reconoce como influencias directas. Creo que cuando le des una oportunidad a King te gustará, sobre todo con los libros que te recomendé de él; éste, Misery, también es muy bueno, pero es mejor empezar por los otros porque éste es «muy King», jaja. Ya me entenderás cuando leas más de él. 😛 Me alegro de que te haya gustado, Isa. Un saludín. 😀
Como en Carrie, que lo que da miedo no es la persona con telequinesis. 😀
No sé. Yo no soy mucho de leer terror clásico. He leído Drácula, por ejemplo, y pffffffffffffff yo qué sé. También quizá porque tenía ciertas expectativas que no tenían nada que ver con lo que era el libro en realidad XD
¡Besos!
Pues Drácula es uno de los pendientes, y lo tengo aquí, esperándome, con intención de leerlo este año. Veremos, que se acumulan las lecturas; cuando llegue el tiempo de relax daré un poco más de caña. Ojalá no me defraude, porque yo también le tengo puestas muchas expectativas, si no supera a Carmilla será una decepción. Besos, Bettie. 😀
Yo voto porque tú y yo hagamos una fuerte lectura conjunta de Drácula.
Y en cuanto a tu percepción del terror, sabes que yo soy un poco anti-King y anti-terror o que al menos no me he sumergido a ello, por, precisamente, miedo 😛
Pero por ejemplo puedo decirte que relatos como El cuervo no me dan miedo, sino que me producen bastante inquietud. Es otro tipo de miedo; no es un miedo de Screamer de película mala como Paranormal activity 4, sino un miedo que se te queda dentro, como cuando ves que algo no encaja pero no sabes encontrar qué es.
Ahí es donde encaja la novela gótica de miedo, donde queda el recoveco de la angustia y a lo que se aferran(o nos aferramos? es que no estoy yo muy segura de si inluirme) los llamados góticos o integrantes de la subcultura gótica. Y no solo Alan Poe o Lovecraf, que oye, molan cantidubi, sino muchos otros, e incluso la catedral de Segovia puede llegar a darte… no miedo, pero inquietud. Echa un ojo <3
Y gracias por esta entrada, me encanta.
¡Exacto! Las novelas de terror clásicas o góticas que pueden producirnos hoy sensación de «malestar» son precisamente las que juegan con nuestro cerebro, con nuestras emociones y sentimientos, y en esos temas eran unos artistas; hoy se va más normalmente al susto fácil y se huye del terror psicológico porque es más fácil ZASCA algo que no esperas y te quedas pensando: ¡pero cómo ha podido ser tan cabronazo!, que tejer la tela de araña poco a poco, ir llevándote hacia donde el escritor quiere que estés y simplemente con una descripción de una habitación, sin que haya un monstruo verde de seis cabezas en ella, ponerte los pelos de punta.
¡Me alegro de que te haya gustado, señorita Elefanta! 😀 Cuando llegue nuestro momento de relax vamos dándole forma a esa lectura conjunta de Drácula. 😀
Besos.