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Malditas facturas

3-V-2016

Malditas facturas

Como cada día, cuan­do lle­ga­ba a casa después de tra­ba­jar, Mar­ta metía la llave en el buzón para com­pro­bar, por des­gra­cia, cuán­tas fac­turas o prob­le­mas nuevos le habría traí­do la cartera ese día; a veces, con suerte, el buzón esta­ba vacío y podía subir a casa tran­quila; rara vez lle­ga­ban bue­nas noti­cias por correo. Ya no.

Se metió en el ascen­sor, con la mira­da per­di­da, casi como una autó­ma­ta que pul­sa un botón sin saber cuál pero que nor­mal­mente acier­ta en el número de su piso. Entró en casa y lanzó de mala gana los sobres en la mesa con el propósi­to de leer­los después de darse un buen baño rela­jante… o nun­ca, fan­tasea­ba con esa irre­al opción. Pero algo le llamó la aten­ción: un sobre cuadra­do, ¿qué empre­sa envía hoy un sobre cuadra­do? Es más, era un sobre con sel­lo. Y escri…

Se fue rápi­do hacia el sofá y se dejó caer sobre él. Era un sobre escrito a mano; y lo que tienen los sobres escritos a mano es que cuan­do algu­na vez ya has leí­do esa caligrafía puedes recono­cer­la sin tan siquiera saber quién remite la car­ta. Era Juan, su… últi­ma pare­ja.

Rápi­do cogió el telé­fono en bus­ca de respues­tas; no sabía a cuen­to de qué recibía en ese pre­ciso momen­to esa car­ta. Después de esper­ar un rato dejan­do sonar el telé­fono sin éxi­to col­gó y llamó a Auro­ra: la madre de Juan. Le pre­gun­tó si ella sabía algo acer­ca de una car­ta que había recibido hoy, una car­ta envi­a­da por su hijo. Ante esa pre­gun­ta Auro­ra no pudo sino llo­rar jun­to con Mar­ta recor­dan­do tiem­pos pasa­dos, en los que era fre­cuente, pese a que vivían a dos paradas de metro de dis­tan­cia, que ambos se envi­asen car­tas para con­tarse cosas intrascen­dentes sobre nada en par­tic­u­lar. La lla­ma­da final­izó pron­to, de mutuo acuer­do, sin siquiera ten­er que decir­lo: ningu­na de las dos tenía nada más que decirse.

Y Mar­ta, después de esa lla­ma­da, seguía con las mis­mas dudas que tenía antes de realizarla. No sabía cómo ni por qué había recibido esa car­ta que cier­ta­mente no podía haber envi­a­do Juan.

O al menos no aho­ra, porque Juan murió hacía ya tres años.

¿Has encontrado algún error en el texto anterior? Me ayudarías mucho si lo reportaras.

2 comentarios

  1. PERO QUÉ PONÍA!!!!! XD

    Me recuer­da a Pos­da­ta: Te quiero, y *lloro* xDDD

    ¡Mua!

    responder
    • Eso ya que­da a imag­i­nación de cada uno. 😛 Pen­sé en alargar un poco más pero siem­pre escri­bo relatos lar­gos y pen­sé en pro­bar con uno cor­to a ver qué tal se daba. 😀

      Besos.

      responder

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