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Reseña: Los años de peregrinación del chico sin color, de Haruki Murakami

21-XI-2015

Los años de peregrinación del chico sin color, de Haruki Murakami

Los años de pere­gri­nación del chico sin col­or, de

Pági­nas: 314 ISBN: 9788483839232

Com­prar: papel ebook Edi­to­r­i­al: Tus­quets ficha del libro

Sinopsis

Cuan­do Tsuku­ru Taza­ki era ado­les­cente, se senta­ba durante horas en las esta­ciones para ver pasar los trenes. Aho­ra, con trein­ta y seis años, es un inge­niero que dis­eña y con­struye esta­ciones de fer­ro­car­ril y que lle­va una vida tran­quila, tal vez demasi­a­do soli­taria. Cuan­do conoce a Sara, una mujer por la que se siente atraí­do, empieza a plantearse cues­tiones que creía defin­i­ti­va­mente zan­jadas. Entre otras, un traumáti­co episo­dio de su juven­tud: cuan­do iba a la uni­ver­si­dad, el que fue su grupo de ami­gos des­de la ado­les­cen­cia cortó brus­ca­mente, sin dar expli­ca­ciones, toda relación con él, y la expe­ri­en­cia fue tan dolorosa que Tsuku­ru inclu­so acari­ció la idea del sui­cidio. Aho­ra, dieciséis años después, quizá logre averiguar qué sucedió exac­ta­mente. Ecos del pasa­do y del pre­sente, pianistas capaces de pre­de­cir la muerte y de ver el col­or de las per­sonas, manos de seis dedos, sueños per­tur­badores, muchachas frágiles y muertes que sus­ci­tan inter­ro­gantes com­po­nen el paisaje, pau­ta­do por las notas de Los años de pere­gri­nación de Liszt, por el que Tsuku­ru via­jará en bus­ca de sen­timien­tos largo tiem­po ocul­tos. Deci­di­da­mente, le ha lle­ga­do la hora de subirse a un tren.

Opinión

En la nov­ela se cuen­tan dos his­to­rias para­le­las:

Por un lado ten­emos la vida cotid­i­ana de Tsuku­ru Taza­ki; primero con sus ami­gos de la infan­cia y con su famil­ia; más tarde, de más may­or, con sus estu­dios uni­ver­si­tar­ios para lograr hac­er de su pasión tam­bién su ofi­cio, y tam­bién con sus ami­gos y su relación con ellos; por últi­mo, ya con un Tsuku­ru más adul­to, de su tra­ba­jo y de sus rela­ciones sen­ti­men­tales.

Por otro lado entra en juego, como decía antes, su may­or pasión: los trenes. Apues­ta su vida entera para poder dedi­carse pro­fe­sion­al­mente a lo que más le apa­siona; y lo con­sigue: al final con­sigue licen­cia­rse y ter­mi­na tra­ba­jan­do como inge­niero para una empre­sa de fer­ro­car­riles donde con­struye y repara esta­ciones de tren. Esta parte creo que va a ser del agra­do de quienes, al igual que él, sien­tan pasión por todo lo que cir­cu­la sobre vías. Y entien­do que este tema tam­bién debe ser muy del agra­do del autor, porque esa for­ma de describir lo que siente un apa­sion­a­do sobre algo muy con­cre­to requiere algo más que pon­erse a escribir sobre ello.

El libro posee una nar­ra­ti­va muy cuida­da, y aunque es sólo el segun­do libro de este autor que leo, entien­do que va a ser la tóni­ca habit­u­al tam­bién en el resto de los que escribió o los que estén por escribir.

Los per­son­ajes, como no podía ser de otra for­ma, tienen unos ras­gos ori­en­tales muy mar­ca­dos. Dejan ver de for­ma trans­par­ente la cul­tura típi­ca de la zona; en oca­siones demasi­a­do ale­ja­da de lo que tomamos por habit­u­al en occi­dente, deján­donos una sen­sación extraña. Sobre todo, en mi caso, sor­prendién­dome de que en aque­l­la zona le den tal impor­tan­cia a un nom­bre o a un apel­li­do; mar­cán­do­los de tal for­ma a quienes lo poseen que pueden inclu­so ser deci­sivos a la hora de encar­ri­lar sus vidas en el futuro.

Con­forme ter­miné el libro tuve una sen­sación de enfa­do impor­tante. Iba pasan­do las pági­nas y veía que ape­nas qued­a­ban y que la his­to­ria iba a ter­mi­nar de for­ma drás­ti­ca, porque no había lugar para mucho más… pero no imag­in­a­ba cuán­to. El desen­lace de la his­to­ria pre­tende hac­er creer que desve­lará cuál será el futuro que deparará al pobre Tsuku­ru, y si le será más próspero de lo que has­ta aho­ra han sido sus años de pere­gri­nación, con la esper­an­za de que así sea, porque tras todo lo vivi­do merece un final feliz, y pien­sas que no puede haber un autor con tan poco apego hacia sus per­son­ajes que pon­ga el pun­to y final a esta his­to­ria con un futuro negro para Tsuku­ru… y al final todo ese tra­ba­jo Muraka­mi lo deja en manos de nues­tra imag­i­nación. Deján­donos con un mar de incóg­ni­tas, sin saber qué ocurre, sin saber nada… como si se tratara de un primer vol­u­men de una saga de libros, aunque sabi­en­do de ante­mano que no lo será.

Y vién­do­lo en per­spec­ti­va, ya habi­en­do pasa­do el peri­o­do de enfa­do, quizá sea el final más ade­cua­do para este libro que va recor­rien­do la vida de Tsuku­ru des­de su más tier­na infan­cia has­ta su edad adul­ta. Aunque ese final no sea el que a muchos lec­tores nos hubiera gus­ta­do leer, a fin de cuen­tas quizá no sea otra cosa sino una metá­fo­ra de la vida, donde nun­ca todo es malo, ni bueno; ni una situación aparente­mente bue­na al prin­ci­pio tiene por qué man­ten­erse con el paso de los años sien­do igual de bue­na y vicev­er­sa.

Es un libro entretenido, ágil, fácil y rápi­do de leer. Lo ter­miné ale­gre­mente en una sem­ana donde, en real­i­dad, tam­poco tuve demasi­a­do tiem­po para dedi­car­le a la lec­tura. Y en unos cuan­tos ratos he ido leyén­do­lo y devorán­do­lo rápi­do; quizá demasi­a­do rápi­do hacia el final. Muraka­mi tiene una for­ma de nar­rar y de describir mar­avil­losas; me recuer­dan un tan­to a las de Zafón. Y qué decir: es una deli­cia leer­los en su esplen­dor nar­ra­ti­vo.

Quizá el úni­co pero que le pue­da pon­er a esta obra es ese final atro­pel­la­do, no apto para quienes detes­tan los finales abier­tos; por lo demás me pare­ció un libro genial.

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3 comentarios

  1. Bettie 22-XI-2015

    No ten­go demasi­a­dos prob­le­mas con los finales abier­tos, pero con Muraka­mi, aún no lo sé. Durante mucho tiem­po le tuve en la lista de autores que no iba a leer. Empecé 1Q84 y me dejó taaaaaaaaaaaan fría… Vamos, que yo no sue­lo aban­donar un libro, pero hice una excep­ción. Tiem­po después, oblig­ué a un lec­tor del blog al que sue­len gus­tar­le mis recomen­da­ciones a que me recomen­dase un libro de Muraka­mi que creyese que iba a gus­tarme. Me recomendó Tokio Blues, y si bien es cier­to que no es lo que estoy acos­tum­bra­da a leer, que es muy par­tic­u­lar, me gustó. Pero no sé si fue cosa de una ocasión o qué, la ver­dad…

    De todas man­eras, lo de la hos­tia con la mano abier­ta sigue ahí. Así que no sé, a lo mejor le doy una opor­tu­nidad 😛 jaja

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    • Jaja, ¡pues no se ven­ga de esa pan­da de cretinos! Al final, de for­ma ele­gante, Muraka­mi con­sigue hac­er enten­der por qué le hicieron lo que le hicieron… pero sigu­ien­do las tradi­ciones asiáti­cas, bas­tante sum­isas en cuan­to a con­duc­ta en públi­co se refiere, Tsuku­ru lo acep­ta con res­i­gnación cuan­do lo habit­u­al en occi­dente sería que nos hubiéramos acor­da­do de sus respec­ti­vas san­tas madres. Es cier­to que es un autor pecu­liar y un poco com­ple­jo en oca­siones, pero bueno. Yo no me atre­vo aún con 1Q84, quizá sea una dosis demasi­a­do grande de Muraka­mi, y no pre­cisa­mente con­cen­tra­da. 😛

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      • Bettie 22-XI-2015

        Da igual, puedo con­vivir con ello. Con lo de que no se vengue, digo. Luego me lo imag­i­no yo y ya está. Soy muy dada a “ree­scribir” finales men­tal­mente XD

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