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Libro en papel contra libro electrónico

3-XI-2015

La vida está llena de elec­ciones: des­de pequeños, las más banales gen­eral­mente; pasan­do por la juven­tud y la edad adul­ta, donde una bue­na —o mala— elec­ción puede cam­biar nues­tras vidas por com­ple­to; has­ta lle­gar a la vejez, donde podría decirse que ya está todo el pesca­do ven­di­do y, por lo gen­er­al, vuel­ven a ten­er poca trascen­den­cia; casi como cuan­do éramos niños.

Pero hay elec­ciones, como la que nos ocu­pa, que el sim­ple hecho de ten­er que ele­gir entre una y otra ya me parece una estu­pid­ez. ¿Por qué ele­gir entre libro en papel y libro elec­tróni­co? ¿Quién nos obliga a ten­er que decantarnos por una de ellas y desechar por com­ple­to la otra? A mí, de momen­to, nadie me ha ame­naza­do a vida o muerte para que deba ele­gir entre una y otra, no sé a los demás. Pero si es tu caso denun­cia.

Libro en papel contra libro electrónico

Por cier­to, que aunque en la ima­gen ilus­tra­ti­va aparez­ca un lec­tor de libros elec­tróni­cos con pan­talla retroi­lu­mi­na­da, cuan­do yo hablo de lec­tores de libros elec­tróni­cos siem­pre lo hago refir­ién­dome a alguno con pan­talla de tin­ta elec­tróni­ca. Si no las com­para­ciones vari­arían un poco.

A con­tin­uación haré dos lis­tas con las cosas que, según mi opinión, hacen destacar un for­ma­to respec­to al otro. Y que son las que, en may­or medi­da, y según para qué ocasión, a mí me hacen decantarme por un for­ma­to u otro.

Algunos pros y contras del libro en papel

  • Es tan­gi­ble. Parece una obviedad, pero es así: el libro en papel es tan­gi­ble. Y yo, aunque suene antic­ua­do, pre­fiero pagar por algo que puedo poseer que por algo que quién sabe cuán­do deje de ser com­pat­i­ble con el lec­tor de libros elec­tróni­cos que ten­go y se quede en algo por lo que pagué que ya no me sirve para nada.
  • Más pesa­do. Aunque en según qué situa­ciones no es moles­tia; por ejem­p­lo: si podemos apo­yar­los en una mesa o inclu­so en nues­tras propias pier­nas, ya tiene que ser una antología de cuen­tos muy fini­ta para que con­sig­amos que un libro impre­so en papel sea más ligero que un lec­tor de libros elec­tróni­cos.
  • Ocu­pa más espa­cio físi­co, pero el espa­cio ocu­pa­do es más boni­to. Ten­er un mon­tón de libros requiere de sufi­ciente espa­cio si quer­e­mos con­ser­var­los de for­ma ade­cua­da; eso es un hecho. Aho­ra bien, si disponemos de estanterías donde poder orga­ni­zar­los dan un ambi­ente acoge­dor a la habitación donde estén. Y los libros son a una dec­o­ración domés­ti­ca lo que el col­or negro y mar­rón a la ropa y sus com­ple­men­tos: enca­jan bien sea cual sea el esti­lo.
  • Si no te gus­ta ¡vén­de­lo! A veces podemos ten­er la tentación de adquirir un nue­vo libro porque creamos que nos lla­ma la aten­ción, porque ten­ga una por­ta­da boni­ta —no digas que no, va— o porque te lo ha recomen­da­do alguien que no conocía sufi­cien­te­mente bien tus gus­tos lit­er­ar­ios. No impor­ta, no pasa nada: ¡podemos vender­lo! Es cier­to que no recu­per­aremos el total del dinero inver­tido en él, pero sí una parte. Y si creemos que esa parte no es sufi­cien­te­mente atrac­ti­va y nos sen­ti­mos gen­erosos siem­pre podremos donarlo a una bib­liote­ca o a algu­nas ONG, seguro que lo recibirán con los bra­zos abier­tos.

Algunos pros y contras del libro electrónico

  • Gen­eral­mente es más económi­co. Aunque el libro en for­ma­to dig­i­tal no es tan económi­co como debería, y ni siquiera es más económi­co en todos los casos —en éstos, los menos, siem­pre me decanto por la com­pra en papel: tan­gi­ble y más económi­co—, se puede gen­er­alizar libre­mente dan­do por hecho que son más económi­cos. Y a veces, aunque pre­fiera pagar por algo tan­gi­ble que por algo que no lo es, hay pre­cios demasi­a­do pro­hibitivos como para plantearse siquiera su com­pra. Y éste es un buen pun­to a favor del libro dig­i­tal.
  • Más liviano. Aunque los lec­tores elec­tróni­cos tienen su peso, la media de peso de éstos es siem­pre menor inclu­so que la may­oría de libros impre­sos en edi­ciones de bol­sil­lo, por lo que car­gar durante mucho tiem­po con ellos puede resul­tar más cómo­do con éstos que con sus homón­i­mos en papel.
  • Ocu­pa menos espa­cio físi­co, pero como obje­to dec­o­ra­ti­vo no es gran cosa. Seamos claros: si ten­emos una casa pequeña con espa­cio reduci­do un lec­tor de libros elec­tróni­cos es nues­tra solu­ción; porque puede alber­gar mon­tones de libros sin aumen­tar ni su espa­cio ni su peso físi­co. Aho­ra bien ¿quién dejaría un lec­tor de libros enci­ma de una estantería o encimera a modo dec­o­ra­ti­vo?
  • Si no te gus­ta un libro te fas­tidias. Libro elec­tróni­co com­pra­do, com­pra­do que­da —hablo del libro en sí, no del lec­tor—; así lo dic­ta el DRM, no hay más. No podemos vender­lo de segun­da mano, en la may­oría de los casos tan siquiera podemos prestar­lo, y aunque nos sin­ta­mos gen­erosos no podemos donarlo a nadie. Gen­eral­mente es más económi­co, como decía en el pun­to uno, pero si no te gus­ta la inver­sión que­da hecha y no hay mar­cha atrás.

Conclusiones finales

Aho­ra que alguien me explique: ¿por qué he de renun­ciar a las ven­ta­jas que cada uno de estos for­matos me ofre­cen? Para mí lo más con­flic­ti­vo de lo ante­ri­or­mente dicho es el espa­cio y peso que ocu­pan; conc­re­ta­mente cuan­do estoy fuera de casa y no puedo lle­varme tan­tos libros físi­cos como quisiera. La for­ma con la que he resuel­to esto: ¿leo en casa? elec­tróni­co o papel; ¿leo fuera de casa? siem­pre elec­tróni­co. ¿Por qué ele­gir? ¡Pudi­en­do dis­fru­tar de ambos!

Aní­mate y com­parte en los comen­tar­ios tu opinión al respec­to. ¿Sue­les ele­gir? En caso de darse la elec­ción ¿qué for­ma­to es el vence­dor en tu caso?

¿Has encontrado algún error en el texto anterior? Me ayudarías mucho si lo reportaras.

2 comentarios

  1. JuanFran 3-XI-2015

    Opino igual que tú Javi, porque he de renun­ciar a lo que le ofre­cen los dos, ten­go libros físi­cos y libros elec­tróni­cos, y poco a poco me he hecho con una pequeña bib­liote­ca de aque­l­lo que me gus­ta leer. Salu­dos

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    • Claro que sí, no hay nada como ten­er la mente abier­ta y estar abier­to a difer­entes opciones, con sus pros y con­tras cada una, pero que ningu­na de ellas tiene por qué ser Satanás.

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