Reseña: La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón
27-X-2015
La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón
Páginas: 576 Editorial: Planeta ISBN: 9788408043645
Sinopsis
Un amanecer de 1945 un muchacho es conducido por su padre a un misterioso lugar oculto en el corazón de la ciudad vieja: El Cementerio de los Libros Olvidados. Allí, Daniel Sempere encuentra un libro maldito que cambiará el rumbo de su vida y le arrastrará a un laberinto de intrigas y secretos enterrados en el alma oscura de la ciudad. La Sombra del Viento es un misterio literario ambientado en la Barcelona de la primera mitad del siglo XX, desde los últimos esplendores del Modernismo a las tinieblas de la posguerra.
Opinión
Un libro que trata sobre gente que lee libros, sobre gente que escribe libros, sobre un libro, sobre una librería de viejo y sobre un «cementerio» de libros sin dueño. Todos los ingredientes para que me encante. ¿Por qué diablos no lo había leído antes?
Quizá si tardé más en leerlo es porque hasta el momento no había leído nada de Carlos Ruiz Zafón; principalmente por la fama que le precede de utilizar un lenguaje literario un tanto adornado y cayendo en arcaísmos que lo alejan de las expresiones más utilizadas en la actualidad. Pero si había un momento adecuado para adentrarme en la obra de este señor era este: estoy a punto de terminar El conde de Montecristo, graduándome con nota en la lectura de un libro denso y un pelín extenso escrito en su totalidad en castellano antiguo; y ojo: sin morir en el intento… aunque, eso sí: llevándome más tiempo del deseado. Comparada con la del señor Dumas, la pluma de Zafón peca de futurista.
Es difícil no encariñarse con casi todos los personajes de este libro. Así como difícil también es no sentirse mal cuando no todos ellos van corriendo la misma suerte durante el transcurso de la historia.
El personaje principal de esta historia podría decirse que es Daniel Sempere; junto a él vamos descubriendo su vida y la de quienes le rodean, vamos viéndolo crecer, madurar, y también meterse en líos que a veces se antojan innecesarios, pero que de no haberse metido en ellos habría terminado el libro mucho antes. Es imposible no encariñarse con este chavalín. Directamente relacionado con él está su padre: el señor Sempere —del que no se dice nombre—; ambos llevan una librería de viejo descrita de tal forma que es imposible no tener ganas de ir a hacerle una visita; como buen padre que es, acompaña a Daniel durante la historia, siendo a veces partícipe de ella, pero siendo totalmente ajeno a la trama seria y más oculta de la misma.
Historia de la que sí es partícipe el señor Fermín Romero de Torres: un vagabundo que conoce Daniel en el día más triste de su vida —al menos hasta ese momento—, día en el que un personaje secundario y prescindible en el transcurrir del libro, fornicador de profesión y pianista frustrado en sus ratos libres, le da a Daniel unas cuantas caricias en la cara con la seguridad de saberse superior en fuerza, edad y experiencia. Al concluir la tocata Daniel y Fermín tienen la oportunidad de conocerse un poco mejor. Atención, spoiler: Y a Daniel le cae tan bien Fermín —como a todos, diría yo— que no duda en pensar en él el día en que su padre le comenta que van a necesitar un empleado debido al aumento de faena en la librería familiar.
Zafón se sirve de Fermín para ponerle la nota cómica a una situación mundana o trágica, situaciones en las que per se dejarían al lector entre frío y triste, pero que gracias a este carismático personaje y el buen uso del humor típicamente español del que hace gala permite afrontar este tipo de situaciones con una sonrisa gracias a la elocuencia de este genuino macho ibérico español. Totalmente fan de este hombre.
La historia comienza el día en que el señor Sempere lleva a Daniel a ver una parte oculta de la ciudad de Barcelona: el cementerio de los libros olvidados; un lugar en el que van a parar todos los libros usados que han sido recogidos de librerías que cerraron, de bibliotecas que pasaron a mejor vida, o rescatados de colecciones privadas en las que mejor no pensar cuál iba a ser su destino de no acabar ahí. Montañas y montañas de libros entre extraños, descatalogados y ejemplares únicos. La tradición dice que en la primera visita a este lugar el afortunado debe elegir un libro que por un motivo u otro le llame la atención y adoptarlo para toda la vida. Y es lo que lleva a Daniel a llevarse a casa un título de homónimo nombre al de esta novela, escrito por un autor de poco éxito, prácticamente desconocido y al que acompaña una historia negra… en la que, obviamente, Daniel no dudará un segundo en indagar hasta conocer quién es ese tal Julián Carax del que nadie parece saber nada y por qué no hay más libros de él que pueda leer. Sensación muy familiar entre muchos lectores ¿no?
Un punto negativo del libro, por decir alguno, es que quizá el señor Zafón se ceba demasiado con sus personajes, especialmente con Julián Carax; hay pocos seres humanos en el mundo que se merezcan ese castigo de vida, en la que da igual qué haga porque ya se sabe de antemano que no va a salirle bien. Es el primer libro de él que leo y no sé si será cosa puntual o es que este hombre tiene una extraña forma de demostrar su cariño hacia los personajes que él mismo ha dado vida.
Es un libro genial, brillantemente escrito, que atrapa desde la primera línea y que pese a que mi ritmo de lectura es bastante inferior al de muchos otros lectores no me impidió ventilármelo en tres días. Muy recomendable lectura; incluso para aquellos que no estén familiarizados con la literatura: puede asustar por su número de páginas, pero más aún por su grosor ya que tiene ediciones con hojas bastante gruesas que abultan más que la mayoría de libros, pero es una historia que se lee muy bien, muy entretenida, y muy recomendable para todo tipo de lectores.
Como nota curiosa comentaré una «licencia» anacrónica que me chocó cuando la leí; quizá sea fruto del desconocimiento, pero esto es sólo una teoría particular. Para comentarla citaré el estado que escribí en Goodreads cuando me topé con ella:
Muy romántico lo de la Meisterstück de Victor Hugo, pero a los frikis de las estilográficas nos rechinan los dientes aquí; «Los Miserables» se publicó en 1862 y el uso de la estilográfica no se popularizó hasta 1880; y obviamente, en esa época la marca Montblanc no existía. Aparte: los modelos Meisterstück tienen plumín bicolor, pero es oro y rodio, no llevan plata.
Ahora, cuando se tercie, a continuar con la saga del Cementerio de los libros olvidados. Me llevo una gran impresión de este autor; y de este pedazo de libro, que pasa directamente a formar parte de mi estantería de libros favoritos.
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