Reseña: Kallocaína, de Karin Boye
31-VII-2017
Kallocaína, de Karin Boye
Páginas: 224ISBN: 9788493856885
Comprar: papel ebook Editorial: Gallo Nero Ediciones ficha del libro
Sinopsis
Kallocaína es el nombre del suero de la verdad que el científico Leo Kall ha inventado para garantizar al Estado seguridad y estabilidad, pero la verdad se escapa a la instrumentalización y sus efectos son demoledores: el protagonista asiste horrorizado al surgir gradual de una conciencia individual y autónoma con la que intenta luchar. Escrita en 1940, Kallocaína es una novela antiutópica, en la línea de 1984 (George Orwell, 1949) que se publicó unos años más tarde, inspirada en el apogeo del nacionalsocialismo en Alemania. Con la serie de novelas antiutópicas que vieron la luz en la segunda mitad del siglo XX, comparte la visión pesimista de un futuro totalitario y deshumanizado, pero lo que hace de Kallocaína algo único en su género es la concepción de la dictadura como algo inherente a la conciencia individual. Karin Boye describe con lucidez un futuro gris, dominado por un Estado policial que llega a invadir la esfera privada de los ciudadanos suprimiendo toda forma de libertad. Los hombres se han convertido en máquinas cuya función principal es reproducirse, obedecer y no sentir.
Autora
Karin Boye (Gotemburgo, Suecia, 1900 — Alingsås, Suecia, 1941) fue una poetisa y novelista sueca, y una de las personalidades más sensibles e innovadoras de la literatura escandinava de la primera mitad del siglo XX. En 1932, tras la ruptura de su matrimonio, tuvo una relación con Gunnel Bergström, la esposa del poeta Gunnar Ekelöf. Se suicidó en 1941, cuando los nazifascistas invadieron Grecia. Después de la Primera Guerra Mundial se une al movimiento pacifista Clarté y viaja por Europa, viviendo las inquietudes de su tiempo: visita la Unión Soviética de Stalin en 1928, la Alemania nazi de Hitler en 1932 y en 1938 la tan anhelada Grecia. Su novela Crisis (Kris, 1934) muestra su crisis religiosa y su lesbianismo. En sus novelas El despertar de los méritos (Merit vaknar, 1933) y Muy poco (För lite, 1936) explora el juego de roles masculino y femenino. Fuera de Suecia, su obra más conocida es Kallocaína (1940). Inspirada en el apogeo del nacional-socialismo en Alemania, es un retrato de una sociedad antiutópica del mismo tenor que 1984 (George Orwell, 1949) y Un mundo feliz (Aldous Huxley, 1932). En la novela, un científico idealista llamado Leo Kall inventa la Kallocaína, una especie de suero de la verdad.
Opinión
¿Qué hace diferente a esta distopía de las demás? En primer lugar: que es poco conocida; en segundo: que fue escrita en 1940 por una mujer, motivo por el cual puede que se dé el punto anterior. Leyendo este libro, si no sabes la fecha de publicación ni lees el prólogo (en el que se comenta este punto) puedes pensar fácilmente: ¡la leche, otra burda copia de 1984! Pero nada más lejos… Muchas escenas que se cuentan aquí, en cierta manera, también se cuentan en 1984, pero lamentablemente el padre de las distopías es de sobra conocido por todo el mundo y, en cambio, la madre de las distopías pues… eso.
Este libro no es como Un mundo feliz (Aldous Huxley, 1932), 1984 (George Orwell, 1949) o Fahrenheit 451 (Ray Bradbury, 1953) en el que destacan personas que, desde el inicio, están en contra del sistema totalitario y opresor que nos describen estos libros, y que hace lo que esté en su mano para derrocar el poder; en Kallocaína, Leo Kall, que así se llama el protagonista, es un individuo con el seso completamente sorbido por el Estado: piensa como le han inculcado que piense, actúa como todo buen conmílite debería hacerlo… en fin, una persona que se cree al cien por cien toda la basura que les meten en la cabeza y que piensa completamente convencido que estar como están es la mejor de las situaciones posibles… hasta que llega el momento en que sus convicciones fallan y empieza a ver las cosas de diferente forma.
La evolución del personaje aquí es notable respecto los citados libros que abanderan las distopías, pues en aquellos los que empiezan siendo buenos continúan siéndolo durante toda la novela; en cambio, en éste, Leo, que personalmente empecé el libro viéndolo un tanto indiferente, que continué la historia y empezó a caerme un poco mal por sus comentarios y por lo lavado que tenía el cerebro, y que llegué al culmen de la historia pensando: parece que hasta los más imbéciles tienen remedio, podría decirse que conforme avanza la historia se transforma de malo a bueno.
Es una lectura un tanto extraña; difícil de que en los primeros compases enganche, principalmente debido al protagonista, Leo Kall, y su robotizado y sumiso comportamiento respecto a la doctrina que inculca el Estado del Mundo. En ocasiones, se hace incluso repelente leer cómo una persona puede tener el cerebro tan lavado por un sistema dictatorial que priva a los ciudadanos de todo salvo de trabajar para el Estado… aunque después piensas en cómo está el percal actualmente y lo mismo tampoco es que sea tan diferente…
Cuando avanzas en la lectura y empiezas a conocer a otros personajes como Linda (la mujer de Leo), Rissen (el jefe de Leo) o Karrek (el jefe de la Policía) se abre un horizonte, hasta el momento bastante oscuro y descorazonador, ya que entran en juego más personalidades, no tan sumamente sumisas, y que le aportan valor añadido a la historia.
Ya hacia el final, al revés que al inicio (con un avance muy lento y centrándose en la descripción del escenario y del Estado del Mundo), todo comienza a acelerar bruscamente, se precipita la historia, y termina con un final inesperado y quizá también algo precipitado… un tanto light, sin demasiada acción, y en el que pueden quedar algunas dudas por resolver de las que hayan surgido durante el transcurso de la historia, de las que esperas que en un futuro se expliquen pero que ese momento no llega a ocurrir nunca.
En general en los personajes tampoco se profundiza demasiado, salvo en los casos en los que la Kallocaína entra en contacto con las venas de los personajes y empiezan a decir en voz alta pensamientos íntimos que van en contra de lo que el Estado quiere que piensen los ciudadanos, que en muchos casos fingen pensarlo, pero que en realidad no lo piensan. Y salvo en un caso, podría decirse que todos los demás personajes que se someten a esta sustancia son personajes secundarios (o incluso más allá de eso) sin demasiada relevancia en el transcurso de la historia, así pues, aunque de esos personajes se conozca más información, podría decirse que es información poco relevante.
Pros y contras
Mi pro va dirigido al descubrimiento de este libro en sí, al saber que hay algo más allá de 1984, que aunque me encanta y es uno de mis libros favoritos de todos los tiempos, al leer este libro sabes que sus ideas no eran del todo originales, porque este libro se publicó nueve años antes y algunas de las cosas tan características de 1984 se pueden ver, aunque sea de pasada, en este libro. Y eso es algo que merece ser valorado y reconocido.
Mi contra va para el principio y el final de la historia; el principio, porque no engancha lo que debería, y puede hacer que algunos lectores no le den la oportunidad que sin duda merece el libro porque les eche un poco para atrás; el final, por no sacarle más partido, por acelerar más de la cuenta y forzar a que los acontecimientos prácticamente se precipiten, llegando a lo que parece un final imaginado previamente a llegar a él, pero como si se hubiese agotado a la creatividad para enlazar el nudo con el desenlace de forma más pausada, entretenida y elaborada para los lectores.
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