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Reseña: Juego de tronos, de George R.R. Martin

16-VIII-2015

Juego de tronos, de George R.R. Martin

Juego de tronos, de

Aunque en Goodreads indique que tardé once meses en leer este libro en real­i­dad no es así; coin­cidió que pasé por una época bas­tante apáti­ca en la que prác­ti­ca­mente no leí nada, y por eso se demoró en el tiem­po; pero durante todos esos meses el libro quedó por donde esta­ba. Leí el 80% del libro en febrero de 2015, que es cuan­do lo ter­miné.

No empecé esta saga por los libros sino vien­do la serie de tele­visión; y creo que más que spoilearme algu­nas cosas —que tam­bién— me ha ayu­da­do a que tan­to per­son­aje, tan­ta casa, y un ter­ri­to­rio tan vas­to como esce­nario me sea muchísi­mo más fácil de asumir; siem­pre y cuan­do, eso sí, no se ten­ga en mente qué es lo que pasará a con­tin­uación según lo que aparecía por tele­visión.

Soy fan incondi­cional de Tyri­on Lan­nis­ter. Ya lo era vien­do la serie, y aho­ra con­forme a lo que va apare­cien­do en los libros sigo sién­do­lo; quizá aún más si cabe. Es muy agrad­able como lec­tor ir des­cubrien­do lo que se le pasa por la mente a alguien que se sabe con­sciente de que si puede ser val­o­rado por algo sólo puede ser por su inteligen­cia; éso, jun­to con su humor iróni­co y sus pal­abras que en la may­oría de oca­siones van con tan­tas inten­ciones ocul­tas como cualquiera pue­da imag­i­nar… ¡Una joya!

Cada capí­tu­lo del libro está con­ta­do des­de el pun­to de vista de cada uno de los per­son­ajes prin­ci­pales de la his­to­ria; en su total­i­dad ter­mi­nan deján­dote en ascuas, en un pun­to críti­co, y cuan­do más impac­tante se pone el asun­to empieza otro capí­tu­lo, nar­ra­do por otro per­son­aje, y prob­a­ble­mente con­tán­dote algo que no ten­ga nada que ver con lo ante­ri­or… y así has­ta que no vuel­va a retomarse la tra­ma, más ade­lante, con otro capí­tu­lo nar­ra­do por el mis­mo per­son­aje. Han habido oca­siones en las que he esta­do ten­ta­do de avan­zar a capí­tu­los pos­te­ri­ores… pero he podi­do resi­s­tirme.

No puedo con Sansa, es tediosa, pre­deci­ble y estúp­i­da; sin duda, los capí­tu­los nar­ra­dos por ella no son ninguno de los que me ten­taron a avan­zar capí­tu­los para seguir leyén­dola. Y Jof­frey, otro con el que no puedo; mezquino, arro­gante, creí­do, insen­sato… y lo peor es que a veces con­sigue que me dé pena la sosa de Sansa… No puedo decir que es el peor de los Lan­nis­ter, porque su madre tam­bién tiene dos hos­tias bien dadas.

Can­ción de Hielo y Fuego se basa en un mun­do inven­ta­do pero inspi­ra­do en la época medieval; con sus leyen­das, sus creen­cias y sus mitologías cono­ci­das —aunque algu­nas sean de cosecha propia—, pero en defin­i­ti­va una base que nos resul­ta bas­tante famil­iar a poco que hayamos estu­di­a­do un mín­i­mo de his­to­ria; esto le per­mite cen­trarse en recrear a sus per­son­ajes con tal per­fec­ción que prác­ti­ca­mente da el tra­ba­jo hecho al equipo de ves­tu­ario de HBO.

Muchos han com­para­do a George R.R. Mar­tin con Tolkien; y aunque como fan acér­ri­mo de Tolkien veo detalles que los difer­en­cian, tam­bién es de jus­ti­cia decir que es el más dig­no suce­sor que puede ten­er el mar­avil­loso mun­do fan­tás­ti­co crea­do por Tolkien.

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2 comentarios

  1. Ramón 7-VI-2016

    Tolkien y Mar­tin son antitéti­cos. Me da la sen­sación de que no le sacas demasi­a­do par­tido a las lec­turas, sin ani­mo de ofend­er sea dicho esto, por supuesto.

    Mar­tin sería mas bien el bas­tar­do de Tolkien y Robert Howard, pasa­do por un tamiz imbri­ca­do en un his­tori­cis­mo, llamem­o­sle “exploita­ti­vo”. La Guer­ra de las Dos Rosas, Guiller­mo I el Con­quis­ta­dor, Vizan­cio y el Impe­rio Romano, el Muro de Adri­ano, el fuego griego, las hor­das de Asia o la casa Bor­gia, serían algu­nas de las “inspira­ciones” de Mar­tin. Eso no le qui­ta ningún mer­i­to, porque pese a recor­rer el camino ya mar­ca­do por la his­to­ria, el autor sabe como “agi­tar la coctel­era” para obten­er un sun­tu­oso bre­ba­je que logra cap­turar el espíritu de quien lo prue­ba.

    La difer­en­cia fun­da­men­tal entre Tolkien y Mar­tin la encon­traríamos en el tono de sus obras, en los tonos, mejor dicho. Conc­re­ta­mente en los gris­es, pues si bien en Tolkien podemos encon­trar la duda en cier­tos per­son­ajes, es al fin una his­to­ria en “blan­co y negro” (sin ani­mo de desmere­cer) donde el mal está tan claro como lo está el bien. Nos aden­traríamos con tolkien en el reino de la Hero­ic Fan­ta­sy.

    Si por algo desta­ca la saga de Mar­tin es por la ambigüedad moral de sus per­son­ajes (en su may­oría) dotan­do a su mun­do de un carác­ter mas “real­ista”, por así decir­lo. Este ras­go, además de la muy escasa (y en su may­or parte de con­no­ta­ciones neg­a­ti­vas) magia, lo emparentaría con Robert Howard, cuyo per­son­aje mas noto­rio, Conan, el Cim­me­rio, se mueve en un mun­do (el mun­do de la Edad Hybo­ria, una edad “no soña­da”, nos dice el autor, que habría tenido lugar hace mile­nios, una supues­ta pseu­do-his­to­ria pre-cat­a­clís­mi­ca, inspi­ra­da por la teo­ria pangeista) con una escala cromáti­ca moral muy sim­i­lar a la de Mar­tin, por no decir idén­ti­ca. Este mun­do estaría encuadra­do en la denom­i­na­da Sword and Sor­cery, aunque sería injus­to por nues­tra parte dejar a Mar­tin encasil­la­do en esta clasi­fi­cación, ya que otra de las señas fun­da­men­tales de iden­ti­dad de su obra es la impor­tan­cia que tienen las rela­ciones políti­cas entre los difer­entes esta­dos que con­for­man su mun­do de fic­ción. Algo en lo que el autor suele incidir, así como en el leit­mo­tif mas cele­bre y cel­e­bra­do con chas­car­ril­los por doquier: el desapego total que tiene Mar­tin por la gran may­oría de sus per­son­ajes, a los que con­struye a la per­fec­ción y con­sigue con ello que el lec­tor los sien­ta como cer­canos, para acto segui­do, elim­i­nar­los sin con­tem­plación algu­na. Ni por sus “hijos” ni por el sufri­do lec­tor, que ve como aquel per­son­aje del que se había encar­iña­do es decap­i­ta­do o muer­to de las man­eras mas sór­di­das y a veces imag­i­na­ti­vas, pero siem­pre cru­eles.

    Se diría que el viejo Mar­tin es, cual Dex­ter tele­vi­si­vo, un aut­en­ti­co psicó­pa­ta homi­ci­da, que hubiera apren­di­do a encauzar sus ansias mor­tales solo en con­tex­tos con­tro­la­dos y llamé­mos­los “pos­i­tivos”.

    Es de agrade­cer doble­mente, ¿no te parece?

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    • Muchas gra­cias por tu comen­tario, Ramón. Yo no traté de com­para­r­los en mi reseña, sim­ple­mente hac­erme eco de lo que se comenta­ba; a mí Tolkien me encan­tó, dis­fruté muchísi­mo con sus libros, y lo que sí puedo ase­gu­rar es que no volví a dis­fru­tar igual de la fan­tasía has­ta que leí este libro.

      Soy muy fan de estos comen­tar­ios que mejo­ran tropecien­tas veces la reseña orig­i­nal.

      Un salu­do y gra­cias por tomarte la moles­tia.

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