Reseña: El señor de las moscas, de William Golding
19-XII-2016
El señor de las moscas, de William Golding
Páginas: 249ISBN: 9788420634111
Comprar: papel ebook Editorial: Alianza Editorial ficha del libro
Sinopsis
Una treintena de muchachos son los únicos supervivientes de un naufragio en el que perecen todos los adultos. Enseguida se plantea cómo sobrevivir en tales condiciones, y no tardan en crearse dos grupos con sus respectivos líderes. Ralph se convierte en el cabecilla de quienes están dispuestos a construir refugios y a recolectar, mientras que Jack se convierte en el jefe de los cazadores, animados por un espíritu más aventurero. Las tensiones entre ambos bandos desembocan en un enfrentamiento que se resuelve en un baño de sangre. El señor de las moscas es un nombre para el mal en la cultura judía, y este es uno de los temas principales de la novela, junto con la contraposición entre civilización y barbarie y la validez de la disciplina, entre otros muchos.
Autor
Sir William Gerald Golding (Newquay, Cornualles, Inglaterra, Reino Unido, 1911 — Perranaworthal, Cornualles, Inglaterra, Reino Unido, 1993) fue un novelista y poeta británico, galardonado con el premio Nobel de literatura en 1983, conocido especialmente por su obra El señor de las moscas (1954), que trastocó por completo el panorama literario de su época y se convirtió en muy poco tiempo en todo un clásico contemporáneo. Posteriormente publicó las novelas Los herederos (1955), Martín el náufrago (1956), Caída libre (1959) y Ritos de paso (1980), entre otras. Es autor además de algunas obras teatrales y un volumen de poemas.
Opinión
Creo que es difícil que no ronde nuestros pensamientos mientras se lee este libro la película por excelencia sobre un naufragio: Náufrago (Robert Zemeckis, 2000). Pero en esta, a diferencia de El señor de las moscas, Chuck Noland (Tom Hanks) naufraga solo… Homo homini lupus. No es descabellado pensar que Tom Hanks se procuró una mejor estancia en aquella isla si tenemos en cuenta que el peor enemigo del ser humano es el propio ser humano. Y en El señor de las moscas la historia empieza habiendo unos 30, aunque no todos ellos sean igual de importantes en cuanto al transcurso de la historia se refiere; lo preocupante en este caso es el choque de las fuertes personalidades, normalmente bien diferenciadas entre sí. En este libro tenemos a Ralph y a Jack, que desde que se conocen están ya condenados a no llevarse bien, pro el carácter de uno de ellos le llevará a odiar al otro a muerte. Dos corrientes diferentes de pensamiento, dos líderes, dos personas capaces de tomar decisiones aunque no siempre coincidan con qué acción llevar a cabo en cada momento. Dos personalidades, en definitiva, de las que quienes se sienten más cómodos acatando órdenes que dándolas puedan confiar sus vidas porque se supone que sabrán qué es lo mejor para el grupo.
Estos niños al principio, sobre todo los de menor edad (los peques, como les terminarán llamando; que aunque todos los son, peques quiero decir, unos lo son más que otros), comenzarán la historia casi como un juego: ya no hay profesores, ni padres, ni en definitiva ningún adulto que les diga qué hacer. Entonces ¿qué hacen? Jugar y jugar como si no hubiera mañana… sin darse cuenta de que en esa situación si no se preocupan de más cosas, como puede ser conseguir comida o algún líquido que no sea agua de mar para beber, ese «como si no hubiera mañana» puede llegar más pronto de lo que les gustaría.
Pero pronto terminarán por darse cuenta (otra vez: unos antes que otros) de que la situación en la que están no es un juego, que hay que sobrevivir, que puede que nunca llegue el ansiado barco que les rescate y que puede que tengan que pasar allí mucho tiempo. Se ve en la historia la evolución lógica, que no suele ser frecuente en los libros, de niños que rápidamente dejan de ser niños… y algunos de ellos parece que dejan hasta de ser humanos. Vuelven a los orígenes del ser humano, cuando lo único importante era la supervivencia. Dejando, como mínimo de forma secundaria, lo que hoy entendemos como propio del ser humano: el autocontrol, actuar de forma racional y, más recientemente, también de forma políticamente correcta.
Aunque yo tengo un personaje favorito, y creo que quienes me conocéis sabréis sin siquiera decirlo a quién me refiero, ésta no deja de ser una historia en que la línea que separa al «personaje bueno» del «personaje malo» es especialmente difusa; en cada acción, en cada momento, tratas de ponerte en el lugar de esos niños y piensas: bueno, puede que sea cuestión de la presión, en realidad parece no haber buenos ni malos sino formas diferentes de enfrentarse a una determinada situación. Y aquí podríamos ponernos a filosofar sobre ¿qué es ser «bueno» y qué es ser «malo»? ¿uno puede ser siempre «bueno» o siempre «malo»? ¿o acaso es un cúmulo de situaciones y experiencias vividas lo que marcan que unos sean durante más tiempo «buenos» o «malos»? Y son reflexiones que el autor tácitamente propone, sin dar respuestas, dejando en manos del lector que saque las conclusiones que estime oportunas según avanza la historia y se va viendo la evolución de los personajes.
En esta historia se marcan unos cuantos perfiles, algunos de ellos muy fuertes. Creo que son bastante fieles a la realidad; son personalidades que en caso de existir una situación así, al menos la mayoría de ellas, estarían presentes.
En primer lugar el líder nato: una persona carismática y a ojos de los demás (aunque internamente esté repleto de dudas y no se crea del todo capaz para el puesto que desempeñará) lo suficientemente madura y cabal como para dirigir al rebaño por el mejor de los rumbos posibles. Una persona calmada, reflexiva, y generalmente poco violenta.
Después la mano derecha del primero: una persona inteligente, con buenas ideas, pero que no sirve para liderar un grupo. En el caso de esta historia además es alguien de quien todos se ríen, y en quien salvo el líder nadie confía ni respeta.
También aparece el perfil de ese otro que también quería ser líder y que se ve mejor preparado que él: suele ser alguien que necesita ser el centro d atención, sentirse importante, que lo adulen, que le digan lo bueno que es y valoren a ser posible en exceso todas y cada una de las ideas que tenga; necesita que el resto sea consciente de que sin él todos estarían muertos. Suele ser alguien con dotes de liderazgo, pero que generalmente sus ideas no son muy racionales. Y en caso de necesitar imponerse por la fuerza de forma violenta no tendrá ningún problema.
Y para terminar los acólitos de este último, que suele ser gente sin mucho músculo dentro de la cabeza, pero sí en los brazos, y suelen ser también más valientes o temerarios que conscientes. Admiten a este último como líder sobre cualquier otro y harán lo que éste les ordene para ganarse su respeto… frustración que a su vez pagarán con el resto para infundir a los demás el temor que a ellos les infunde su superior, aunque lo enmascaren con risitas nerviosas cuando no saben muy bien qué quiere el jefe que hagan en un determinado momento.
En este tipo de situaciones también es posible que aparezca la locura, la cual es compatible con los perfiles anteriormente citados o con cualquier otro. Ésta puede deberse al miedo, al estrés, a la ansiedad… o también puede ser debida a meterse tanto en el papel de hombre primitivo que termine por perderse cualquier rastro de humanidad y se crean con derecho a terminar con la vida de todo aquel que ose entrometerse en sus caminos. Y en esta novela se pueden conocer ambos tipos de locura.
Aunque me ha encantado la historia que nos cuenta la novela, creo que no es lo más importante que tiene. Lo más importante es el trasfondo, lo que no se cuenta; como decía antes: las reflexiones que el autor nos deja entre líneas, formuladas pero sin que la respuesta dependa de él. Ser conscientes de qué somos, y peor aún: de en qué nos podemos convertir. Porque para que el ser humano saque su instinto animal sólo necesita estar sometido a las condiciones propicias para ello (y esto se puede ver día a día, por ejemplo, en guerras, asesinatos o en atentados terroristas), pero con una diferencia: el ser humano ya conoce la venganza, el odio y disfruta con las desgracias ajenas; es decir: no le preocupa matar por el simple hecho de matar. Y ese es un comportamiento que en los animales no se aprecia, porque carecen de esos instintos. Instintos que, a la «gente normal», un filtro instaurado en nuestra cabeza, más antiguo que nosotros mismos, nos disuade de dar rienda suelta.
Personajes
Aunque personajes hay muchos en esta historia, creo que no todos ellos son igual de importantes; voy a comentar sobre tres de los personajes que ocupan tres de los perfiles más importantes para el transcurso de la historia de los que cité antes.
Primero voy con Ralph, y me confieso ya abiertamente: es mi personaje favorito. Ocupa también el primer lugar en la lista de perfiles: es el líder nato, pero también en este caso es el líder que la mayoría ha elegido democráticamente. Por hacer un símil: Ralph sería al resto de niños lo que Podemos aspiró a ser en la política española. Aunque es el jefe no lo es impuesto a sí mismo sino mediante una votación en el que la mayoría lo quiso como líder; no quería, en principio, que su opinión fuera más importante a la del resto, por eso instauró unas normas para que todos pudiesen expresarse en una asamblea y elegir qué se hacía en cada momento de forma democrática a través de votaciones entre todos los participantes en las asambleas. Lo único que a su juicio no está en posición de ser revocado mediante votación es que siempre hay que tener una hoguera echando humo para que si alguien acude en la búsqueda del avión colisionado pueda encontrarlos más fácilmente para evacuarlos y llevarlos de vuelta a casa. Ahora, también es justo decir que tiene su pequeño ego, y que aunque no abusa de él, sí es cierto que le escuece que le salga un competidor por el puesto de jefe.
El otro personaje que merece ser destacado es el de Jack Merridew: quien se erige a sí mismo líder de los cazadores y también se autoproclama enemigo acérrimo de Ralph, en parte porque no comparte sus principios ni su forma de gestionar los recursos de la isla ni al grupo, pero también en parte porque no concibe que alguien pueda hacerse sombra ni ser más querido que él. No tarda en ponerse en contra de los procedimientos que lleva a cabo Ralph y poco más o menos que piensa que lo del fuego está bien pero que si se apaga no pasa nada porque cree que nadie va a ir a rescatarlos y que es más importante cazar para tener qué comer. Y claro, esto que dice abiertamente de que nadie va a ir a rescatarlos desanima al resto… que no se plantean pasar lo que les reste de vida en una isla desierta. Cuando las tornas cambian en poco en su favor y ve que cierta parte del grupo que era favorable a Ralph ahora también ve con buenos ojos la tarea de cazar se viene arriba y se deja llevar en su rol de líder del grupo salvaje y… bueno, las cosas acaban como acaban.
Y por último quiero hacer referencia a Piggy: la mano derecha de Ralph. Decía antes que en esta historia es la persona de la que todos se ríen y que nadie salvo Ralph respeta (y éste ni siquiera al principio lo hacía), no en vano es el único niño del que no se conoce su nombre sino su mote (cerdito). El chaval cumple el estereotipo de gordito, con gafas y un poco patoso, pero que conoce sus límites y que es consciente de que si en algo puede destacar es en desarrollar el potencial que tiene dentro de su cabeza. No tarda en darse cuenta de que sin alguien que cuide de él físicamente está acabado, así que se procura la protección de Ralph animándole en sus momentos de bajón y dándole los mejores consejos que se le ocurren cuando no sabe qué hacer, cuando la situación le supera, o cuando ni siquiera él mismo confía en que vayan a ir a rescatarles algún día…
Pros y contras
Mi pro es precisamente para lo que llevo comentando en toda mi reseña: las ideas que deja para que reflexionemos, la crítica a la condición quizá propia del ser humano que con la suficiente presión pierde lo poco o mucho que tenga de humanidad y se convierte en el peor monstruo que se pueda uno imaginar. Pienso que un libro es bueno cuando te hace disfrutar de la historia que cuenta, pero lo es todavía más cuando, una vez leído, te deja un tiempo pensando en él, en lo que el autor ha querido transmitir, en qué haría uno mismo si se viese en la situación que narra la historia… Y éste, al menos en mi caso, lo ha conseguido.
Mi contra es para el final. No sé la de contras que le habré dado ya a los finales de los libros que leo, pero es cierto que muy pocos terminan de la forma en que me hubiera gustado, o al menos de la forma en que me había imaginado aunque ésta no me gustase. Y en el caso que ocupa a este libro ni ha terminado como esperaba ni me ha gustado la forma en que ha terminado. Atención, spoiler: porque tal cual estaban los ánimos en la isla, con todos los niños salvajes locos, habiendo cometido ya varios asesinatos y estando a punto de cometer otro… y que si sir William Golding les da 50 páginas más acaban matándose entre ellos… lo que esperaba era una carnicería y que cuando fueran a rescatarles a esa isla ahí no quedase ni el apuntador. De repente llega la marina, tal cual se describe casi que con el traje de gala, y se llevan ya en estado salvaje y por domesticar a todos esos críos con aspecto de haber emergido hace un rato del averno. Pues bueno.
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Otro que tengo eternamente pendiente. Recuerdo el capítulo de los Simpsons que lo homenajeaba. Y viendo los extras de la tercera temporada de Lost, recuerdo que se citó el libro como una influencia de la serie.
Como todos los clásicos, es muy probable que me guste.
Saludos.
Estoy bastante convencido de que te gustará; el ritmo es lento, pero compensa con las reflexiones que permite al lector ir haciéndose a la vez que la historia transcurre. Como dije, hubiera agradecido que fuese un poco más sangriento y que de allí no saliera ni un chaval vivo, pero quizá eso sea cosa mía, que soy un poco macabro. 😛 ¡Un saludín!
Ufff Yo lo empezé dos veces y dos veces que no pude con él. No sé si habrá tercera vez y si lograré acabarlo…
Me alegro que te haya gustado.
Besos
Vaya, pues si a la segunda no te gustó yo no le daría una tercera oportunidad. ¿Qué es lo que te hizo dejar de leer? ¿Inicio con poca acción? ¿Las conversaciones entre Ralph y Piggy? A ver si lees este comentario y me cuentas. Besos.
¡Hola Javi! Llevo un montón de tiempo con ganas de leer este libro y, ahora que veo que te ha gustado tanto tengo más ganas. A ver si puedo hacerme con el pronto.
P.d. Me ha encantado tu reseña, besos.
¡Hola! Pues creo que te va a gustar mucho, Isa. Como dije durante toda la reseña: permite hacerse muchas reflexiones sobre la condición humana, y creo que éste es del tipo de libros que te gustan, de los que se puede extraer mucho más que sólo la propia historia que cuentan. Está repleto de reflexiones veladas, en las que si el lector empatiza con el trasfondo se pueden captar rápidamente. Y creo que compartimos, aunque sea en parte, la opinión de que el ser humano, analizado como un todo (obviando excepciones, que las hay), deja un poco que desear. Y eso mismo debía pensar el autor, que lo deja reflejado en casi cualquier acción de toda la trama del libro. Yo me hice con él casi por casualidad, en una tienda de segunda mano, y en cuanto lo vi: zas, pa’ casa que se vino. Espero que lo disfrutes mucho si lo lees. Besos. 😀