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Reseña: El horror de Dunwich, de H. P. Lovecraft

24-X-2015

El horror de Dunwich, de H. P. Lovecraft

El hor­ror de Dun­wich, de

Pági­nas: 88 Edi­to­r­i­al: ISBN: 9788496509924

Sinopsis

Wilbur Whate­ley, hijo pre­coz y mon­stru­oso de una soli­taria famil­ia de Dun­wich, con­ser­va parte del atroz secre­to del Necro­nom­icón, el libro pro­hibido. El secre­to no puede, no debe, ser rev­e­la­do a los hom­bres: las fuerzas del mal per­viv­en y pueden invo­carse. Una vez desa­tadas, el mun­do cono­cerá su apoc­alip­sis. El hor­ror de Dun­wich es uno de los relatos más per­tur­badores de la lit­er­atu­ra de ter­ror. Las ilus­tra­ciones de San­ti­a­go Caru­so se cuen­tan entre las mejores recrea­ciones grá­fi­cas del imag­i­nario de H. P. Love­craft.

Opinión

Conoz­co quién es Love­craft y sobre qué libros y de qué temáti­ca podemos encon­trarnos si leemos sus relatos y cuen­tos, pero en real­i­dad he leí­do muy poco de él: algunos cuen­tos suel­tos, de los que pueden encon­trarse en dominio públi­co libres de dere­chos en inter­net, y en real­i­dad hace ya muchos años de eso. Éste es, que yo recuerde, el primer libro edi­ta­do que leo de él; y no es tan difer­ente respec­to a lo que recuer­do de sus breves pero ter­rorí­fi­cos cuen­tos, quizá porque se tra­ta de un rela­to y la con­den­sación en ambos casos es prác­ti­ca­mente la mis­ma.

La edi­ción que leí viene ilustra­da: con dibu­jos fir­ma­dos por San­ti­a­go Caru­so. En este tipo de his­to­rias son suma­mente acer­tadas las ilus­tra­ciones que acom­pañan la nar­ración, porque aunque Love­craft expli­ca con bas­tante detalle el esce­nario en el que nos encon­tramos y los per­son­ajes allí aparentes, hay descrip­ciones tan ale­jadas de lo mun­dano que son com­pli­cadas de visu­alizar men­tal­mente.

El esce­nario prin­ci­pal de este rela­to es el pueblo de Dun­wich; más conc­re­ta­mente: la gran­ja de la famil­ia Whate­ley, donde habi­tan Lavinia Whate­ley y el viejo Whate­ley: su padre. Una vez con­clu­i­da la detal­la­da expli­cación ini­cial donde se nos cuen­ta dónde se encuen­tra Dun­wich y la pre­sentación de la famil­ia Whate­ley, el señor Love­craft da paso al ini­cio de la tra­ma con el nacimien­to de Wilbur Whate­ley, hijo de Lavinia y nieto del viejo Whate­ley.

Los habi­tantes de Dun­wich descon­fi­aron des­de el prin­ci­pio de ese nacimien­to: según se cuen­ta a Lavinia nadie en el pueblo le conocía varón; a ello suma­da la mala fama de la rama deca­dente de la famil­ia Whate­ley, las innu­mer­ables situa­ciones anó­malas que pueden escucharse, percibirse y pres­en­cia­rse en la gran­ja y en sus alrede­dores, y los rumores acer­ca de las ínti­mas rela­ciones del viejo Whate­ley con la bru­jería for­man los ingre­di­entes per­fec­tos que toda nov­ela de ter­ror que se pre­cie requiere.

La dei­dad cós­mi­ca en la que pro­fun­diza Love­craft en este rela­to es Yog-Sothoth. Tam­bién se nos pre­sen­ta en este rela­to el Necro­nom­icón: un libro fic­ti­cio crea­do por Love­craft del que prob­a­ble­mente sepas algo aunque no hayas leí­do nada de Lover­aft. El Necro­nom­icón fue escrito orig­i­nal­mente bajo el títu­lo en lengua árabe Kitab Al-Azif por Abdul Alhazred: el «árabe loco», pos­te­ri­or­mente fue tra­duci­do al griego del cual adop­tó el títu­lo por el que se le conoce, y más tarde del griego sería tra­duci­do al latín y algu­nas de esas ver­siones todavía exis­tentes, casual­mente, fueron impre­sas en España a lo largo del siglo XVII. El Necro­nom­icón es un libro de magia y bru­jería donde se encuen­tran fór­mu­las y con­juros para con­tac­tar con los Antigu­os: unos seres sobre­nat­u­rales cós­mi­cos que podrían arrasar con toda la raza humana y volver a la Tier­ra, plan­e­ta del que fueron dester­ra­dos pero que una vez fue suyo.

Empecé a leer este rela­to como comien­zo en mi perip­lo por la bib­li­ografía de Love­craft, y quizá por una parte no fue la idea más acer­ta­da. Es de los relatos que más he oído hablar y más fama tienen, y sirve per­fec­ta­mente para famil­iar­izarte con la for­ma de (d)escribir de este genio de la lit­er­atu­ra de ter­ror, pero den­tro de Los mitos de Cthul­hu le prece­den cin­co relatos, y es lógi­co pen­sar que sería con­ve­niente leer ésos antes que éste. Por ejem­p­lo: de Yog-Sothoth se nos habla pre­vi­a­mente en El caso de Charles Dex­ter Ward; he leí­do que no se pro­fun­diza en ese rela­to tan­to como en éste, pero con­ven­dría saber antes qué se dice de él allí.

Es un rela­to cor­to y ameno, cuyas descrip­ciones engan­chan des­de el primer momen­to. Y es sólo un fiel refle­jo de lo que sabre­mos que es la tóni­ca habit­u­al de Love­craft: nar­ra­ciones poco exten­sas, muy direc­tas y con unas descrip­ciones tan real­is­tas como macabras, ale­ján­dose de intro­duc­ciones banales que no aporten nada nece­sario en el tran­scur­so de la his­to­ria y metién­dose lo antes posi­ble y de lleno en los suce­sos para­nor­males de los que vayan a tratarse en la his­to­ria.

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