Reseña: El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald
8-II-2014

El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald
Leí el libro y por ende también hago esta reseña después de haber visto la película; tenía en la lista de pendientes el libro desde mucho antes de ver la película, pero entre unas cosas y otras al final llegó antes la oportunidad de ver la película que de leer el libro, aunque eso no me restó ganas de leer el libro, y poco después de ver la película lo devoré. La película sigue fielmente el transcurso de la novela, así que no es uno de esos casos en los que los dos formatos consiguen sorprenderte porque son diferentes.
Mis sentimientos hacia Gatsby a lo largo de la historia sufren varios cambios; pasa de admiración a pena, después cierta envidia, cabreo, y de nuevo admiración porque, tal como le dice Nick: me parece que es mejor que todos los demás juntos. Gatsby no estaba a gusto con quien era ni cómo era su pasado, así que decidió cambiarse el nombre y crearse a sí mismo conforme le gustaría ser; era conocido en toda la ciudad, montaba unas fiestas en su lujosa mansión a la que asistía todo el mundo, estaba completamente forrado… y sin embargo, no era capaz de disfrutar de aquello que muchos envidiamos. Lo único que a él le importa es una chica que conoció de joven, cuando era soldado durante la primera Guerra Mundial. Vive justo en la casa que vive porque está enfrente de donde vive esa chica, monta las fiestas que monta con el único objetivo de que lleguen a oídos de ella y que un día se dé cita y después de tantos años sea capaz de volver a verla y quizá decirle algo. Es ficción, pero también eso es real; qué complicado es el ser humano.
Es una novela cortita, con un estilo bastante fresco. Los acontecimientos se cuentan en tercera persona y años después de que ocurriera esa historia, de la mano de Nick Carraway, otro de los protagonistas de la novela, pero que casi en todo momento queda al margen de la progresión de la misma; parece que esté en todos lados y en ninguno a la vez; la sensación que me deja es que si no fuera porque es el narrador, la historia podría haber transcurrido igual sin su presencia. Por fuerza el único personaje con quien puedes empatizar es Gatsby; creo que es el único que muestra algo verdadero en toda la historia. De Nick prácticamente lo único que se sabe es que viene de una familia con algo de poder adquisitivo ganado a través del negocio de las ferretería, que es primo de Daisy, y que ya que Jordan estaba por ahí, si se la tira pues eso que gana; de Jordan se sabe que sólo se arrima a la gente de la que puede sacar algo, y cuando ya no les sirven, patada en el culo y a por otro; Tom es el prototipo de millonario sinvergüenza que nadie quiere a su lado y que se cree el ombligo del mundo; y Daisy, que lo único que hace es jugar con la gente a su antojo, sólo sabe que se quiere a sí misma y a su dinero, y no sabe a quién ha querido, a quién ha dejado de querer o a quién querrá en un futuro. Sin duda: Gatsby, eres mejor que todos ellos juntos, compañero.
No quiero hablar del sorprendente giro final, pero acabas por darte cuenta que por muy acompañado que estés en vida, y por mucha falsa estima que te tenga la gente, al final es efímero y cuando de verdad necesitas alguien a tu lado sólo te tienes a ti o, como mucho, una o dos personas más. Aquellos que de verdad son tus amigos y a tu familia. Para el resto no existes.
Este libro me deja con ganas de leer más novelas del autor, porque he disfrutado mucho leyéndolo; y con la historia también, que tiene un buen punto de originalidad. Gatsby se hace de querer. Se haría de querer de igual forma, al menos por mi parte, pero como ya digo en la reseña: en comparación con los demás frívolos personajes de la historia tampoco es que tuviera demasiado complicado conseguirlo.
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Gracias por la reseña Javi 🙂
No hay de qué, Diego. A ti por comentar. 😀