Cuan­do lees este libro es imposi­ble no pen­sar si Chuck Palah­niuk fue escribién­do­lo los días que se metía cualquier tipo de dro­ga dura que pil­l­a­ba del camel­lo de la esquina. Es un libro raro… raro no, muy raro, repet­i­ti­vo, con una his­to­ria muy excén­tri­ca y loca, demasi­a­do explíci­ta en oca­siones… Pero a la vez me encan­tó, me chi­fla el rit­mo que tiene, cómo va avan­zan­do, y los «tuto­ri­ales» poco orto­dox­os que vamos apren­di­en­do con­forme van avan­zan­do las pági­nas; cien­cia de andar por casa, dig­amos. Lo sé porque Tyler lo sabe.

La primera regla del Club de la lucha es que no se habla del Club de la lucha, así que no lo haré. Sólo diré que, aunque hace tiem­po que la vi y no la recuer­do muy bien, me sor­prende que la ver­sión cin­e­matográ­fi­ca de esta nov­ela se haya adap­ta­do tan bien a como es el libro en real­i­dad; sal­vo algu­nas esce­nas que varían lig­era­mente para ahor­rar en repar­to y no meter más per­son­ajes, son cal­cadas. Así que una pequeña pega si ya has vis­to la pelícu­la pero todavía no leíste el libro es que éste no te va a sor­pren­der para nada. Aunque si la his­to­ria te gus­ta, te gus­tará igual; como a mí me pasó, aunque quizá es porque soy muy raro. Como la his­to­ria.

La for­ma de nar­rar la his­to­ria de Chuck Palah­niuk es a veces descon­cer­tante: un capí­tu­lo no mar­ca per se un tema difer­ente al resto; en un mis­mo capí­tu­lo este hom­bre puede mezclar tan­tos temas como puedas imag­i­nar; puede hac­er tan­to pár­rafos de una úni­ca línea, inclu­so de una úni­ca pal­abra, como de repente coger uno un poquito más largo e ir repi­tién­dote­lo durante todo el capí­tu­lo, o de var­ios… inclu­so de todo el libro. Des­de luego: si no sabes cómo fab­ricar explo­sivos caseros o las mejores pastil­las de jabón de manos, no cono­ces esta his­to­ria.

Una nov­ela tan bru­tal y rara como entreteni­da y bril­lante. Si quieres leer algo que no ten­drás la ocasión de volver a leer en ningu­na otra nov­ela, debes leer ésta.