Reseña: Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes
26-VI-2016
Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes
Páginas: 1376 ISBN: 9788420412146
Comprar: papel ebook Editorial: Alfaguara ficha del libro
Sinopsis
Poco puede decirse del Quijote que no se haya dicho ya. Obra culmen de la literatura universal y primera novela moderna, Cervantes ideó la historia de un hidalgo aldeano que enloquece de tanto leer novelas de caballerías y, como buen caballero andante, sale a los caminos con el noble afán de ayudar a los necesitados. Así, en compañía del afable y crédulo Sancho Panza, don Quijote participa en una serie de delirantes aventuras que provocarán la hilaridad del lector, ya que la vida que reproduce Cervantes es alegre, graciosa y dramática, a la vez que sana y optimista, a pesar de las vicisitudes de su existencia. Sin embargo, el Quijote es mucho más, pues constituye una lección magistral sobre la grandeza y la miseria de la condición humana.
Opinión
Ésta es una de esas reseñas que piensas: ¡ay, madre! ¿Qué puedo decir yo sobre este libro que esté a la altura? No sé si conseguiré que mis palabras estén a la altura de esta obra, pero al menos lo intentaré.
En España todo el mundo sabe quién es don Quijote; incluso conocen de qué va El Quijote, sobre todo sus personajes: don Quijote (thanks, Captain Obvious!), Sancho Panza y Dulcinea. Saben que es un tipo que confundió a gigantes con molinos y… ¿ya? No creo que me equivoque demasiado con esta generalización; es todo lo que quien no ha leído este libro conoce sobre esta joya de la literatura universal. Y sí: también es lo único que yo conocía antes de leerme el libro. Bueno, eso y que el hombre estaba un poco loco, eso también lo sabía.
Pero hay mucho más; y para muestra un botón. Más o menos, según vienen a mi memoria, las aventuras en las que acompañamos a don Quijote y Sancho Panza durante la primera y segunda parte de El Quijote son (con un poquito de humor alguna de ellas): la visita al primer «castillo» donde le nombran «caballero»; la «salvación» del joven Andrés; su enfrentamiento contra los primeros que le molieron a palos; el embiste contra los gigantes que no eran gigantes sino molinos; la pelea contra el vizcaíno; el «asalto» a los sacerdotes que transportaban al muerto; lo del segundo «castillo» que tampoco era castillo; la «guerra abierta» contra la máquina de mazos de batán; el combate a muerte de don Quijote contra los yangüeses, donde nuestro hidalgo valía por ciento; la captura del yelmo de Mambrino de oro puro, que no era ni yelmo, ni de Mambrino, ni de oro puro; la desventura de Grisóstomo por (des)amor hacia la bella Marcela; las desgracias de Cardenio con Luscinda y don Fernando, que ya no las cuenta Cardenio sino el Roto de la Mala Figura en Sierra Morena, que llevan a todos ellos a la empresa de defender a la princesa Micomicona del gigante del reino de Micomicón; la historia del cautivo, por obra y gracia de Lela Marién; la historia del mozo de mulas con la hija del oidor; el «encantamento» de don Quijote; la batalla contra el cabrero; la liberación de la misteriosa dama que contra su voluntad iba procesionando; el descubrimiento del Caballero del Verde Gabán y su escudero; la batalla aventurada contra el fiero león y su señora esposa la brava leona; la agraciada aventura en las bodas de Camacho; la visita a la cueva de Montesinos, en Ruidera; la estancia caballeresca y con los más altos honores en el castillo de los duques; la visita de la condesísima Trifaldi; la experiencia de Sancho como «gobernador» de su ansiada «ínsula Barataria»; el «enamoramiento» repentino de la Altisidora por don Quijote; la batalla de los toros mansos y bravos contra don Quijote y Sancho; su periplo en la llegada a Barcelona; la contienda de don Quijote contra el Caballero de la Blanca Luna que lo hizo regresar hacia su aldea; la resurrección de Altisidora y, por fin, su retorno a casa.
Como se ve, lo de los gigantes y los molinos es sólo un ápice —y bien breve, por cierto— de lo que se puede encontrar en las más de 1300 páginas de que se compone mi edición que agrupa tanto la primera como la segunda parte de El Quijote.
¿Por qué tardé tanto a leerme este libro? Pues mirad, no lo sé; supongo que porque pensé que no iba a gustarme. Y doy gracias a los dioses nuevos y a los antiguos por no hacerme leer este libro de forma obligatoria en clase, porque de ese modo seguro que lo hubiese odiado, porque las cosas impuestas y yo no nos llevamos del todo bien… Y hubiera sido un error, porque me hubiera perdido un gran libro.
La opinión que yo tenía de este libro era totalmente errónea. Lo tenía por un libro denso y pesado, y para nada me ha resultado así, más bien todo lo contrario. Me he reído muchísimo con él, a carcajadas en algunas partes. Tiene un humor peculiar, eso sí, pero un humor muy español. Un humor de reírse de todo y por todo, hasta por la sombra de uno mismo si se pone por delante. Buscar la crítica, la sátira, y por qué no, también las lecciones de vida que puedan hallarse tanto en buenos como en malos momentos. Todo ello intercalado, dándonos una de cal y una de arena, para que no haya punto serio sin uno al lado de locura, ni uno de locura sin un monólogo brillante que arroje un poco de cordura.
En esta ocasión no voy a poner las características técnicas de la obra porque me veo incapaz; creo que está reunido en este libro cualquier cosa que pueda decir, se puede encontrar de todo. Hay fragmentos en tercera persona —la mayoría—, en primera persona, hay cantares de gesta, hay poemas, canciones, cartas, analepsis y prolepsis, hay capítulos enteros donde se hacen contrapuntos entre varias historias diferentes ocurriendo al mismo tiempo… Cervantes no escribe el libro como él mismo, sino como si lo hiciese Cide Hamete Benengeli, que a su vez es el traductor del árabe al castellano de «unos papeles que encontró por ahí…». Ahora está muy de moda hablar de spoilers, pero Cervantes es un especialista en esos menesteres; en cada inicio de capítulo y final hace un resumen de lo visto en el anterior, en ése, o de lo que se verá en el futuro; y de vez en cuando mete cada spoiler que si fuera a través de Twitter y de alguna serie que yo me sé ya le habríamos dado unfollow. En serio, es alucinante como todos los recursos que he ido leyendo durante estos años están todos aquí plasmados y reunidos, puestos con ingenio y sabiduría uno tras otro. Es para quitarse el sombrero.
Y tampoco añadiré la sección de pros y contras porque, sinceramente, no sé por qué pro decantarme, aunque estaría indeciso entre la locura de don Quijote y el humor brillante de Sancho Panza, y en la sección de personajes profundizaré un poco más sobre ello; y en cuanto a contra, en serio, me ha encantado… a mí no me supone un contra, porque estoy acostumbrado a leer libros con muchas páginas, pero creo que un contra que destacar para que el gran público pueda acceder a la lectura de este libro es su cantidad de páginas… mucha gente que conozco ve un libro tan grueso y ya tiene cierta reticencia a leerlo, y es una pena porque pienso que si un libro es bueno, mejor si tuviera 5000 páginas, y si es malo 2 páginas ya son demasiadas.
Mi opinión del libro no puede ser otra sino excelente. Animaos a leerlo si todavía no lo habéis hecho, por favor. Pero no os forcéis, si veis que no os entra dejadlo en un rincón de vuestra estantería hasta que podáis cogerlo con ganas; no leáis por obligación esta joya, no merece ser leída así, merece ser leída y disfrutada por lo que es y por como es, porque así como en algunos otros clásicos he encontrado algo que le añadiría o le quitaría, de verdad en éste no se me ocurre nada que hacerle para mejorar lo ya hecho. Soy muy fan.
Personajes
Aunque en este libro hay un sinfín de personajes, en un alarde de originalidad sólo comentaré acerca de los obvios, con mención especial del ilustre Cide Hamete Benengeli sin el cual no hubiese sido posible la realización de este libro ni podríamos estar nosotros leyéndolo ahora mismo (*guiño*).
Sancho Panza. Por lo que he leído aquí hay dos bandos: o eres de don Quijote o eres de Sancho Panza. Y aunque para mí don Quijote es único, yo he de decantarme por Sancho Panza. Hay una parte del libro donde cada uno de estos dos personajes van por su cuenta, y aunque ya antes lo barruntaba, en ese momento me quedó claro: El Quijote sin Sancho Panza no sería lo mismo; y don Quijote sin Sancho Panza tampoco podría ser el mismo. Todos podemos vernos reflejados en Sancho Panza de una u otra manera; como él mismo dice: es un porro; no ha podido estudiar, se ha pasado la vida en el campo, no ha podido hacer nada salvo tratar de mantener a su familia lo mejor posible… y accede a ser escudero de don Quijote porque con las promesas que le hace sabe que podrán darle un futuro mejor, sobre todo, a su hija. Y pese a ello, con todo lo vivido, con sus refranes que sabe a cientos y de memoria, y por la propia experiencia de vida es capaz de hacer reflexiones y opiniones dignas de un erudito. ¿Su defecto? Ser demasiado crédulo y confiar en la buena voluntad de la gente (aunque a veces él también se aproveche de ello en su favor a lo largo de la historia); creer que irse por ahí con su vecino, que a leguas se aprecia como está falto de juicio, le va a solucionar los problemas. Pero sin este Sancho Panza tal como es, con sus cosas buenas y sus cosas malas, no hubiésemos tenido espontaneidad y meteduras de pata a montones que den para un número infinito de sonrisas. A mí cuando un libro me hace sonreír me tiene ganado; y en este caso este personaje es quien más me ha hecho reír sin duda.
Don Quijote, también conocido como El caballero de la triste figura, después El caballero de los leones, o por su nombre real, Alonso Quijano. ¿Qué decir de él? Es imposible que, aunque sea un poco, un lector no se sienta identificado con él. Don Quijote era un ávido lector de las novelas que en el momento podían leerse: novelas caballerescas, como por ejemplo, su amada Amadís de Gaula; aunque barriendo un poco para casa, también cabe decir que deja en muy buen lugar —vale, el cura, no él, pero shhh— a Tirant lo Blanc, y eso me enorgullece. El caso es que, en mayor o menor medida, todos los que leemos lo hacemos para poder estar un rato viviendo vidas ajenas, por el motivo que sea. ¿Qué culpa puede tener él, si con una librería más grande que la Biblioteca de Alejandría y toda repleta de estos libros, acaba por creer que esos personajes ficticios es posible que fueran reales antaño? ¿Y qué culpa tiene él de verse capaz de hacer lo mismo que ellos? Y todo por una buena causa además, iba a convertirse en «desfacedor de agravios, enderezador de entuertos, el amparo de las doncellas, el asombro de los gigantes y el vencedor de las batallas»… ¿Cómo resistirse a eso? Si además por vecino tiene a alguien como Sancho Panza que se convence rápidamente de que su vecino Alonso Quijano ha sido nombrado caballero y tiene como misión ir haciendo el bien por todo lo descubierto de la tierra? El personaje está brillantemente construido; en uno de sus monólogos puede combinar con excelencia una de sus locuras caballerescas y acto seguido decir cosas realmente sensatas de cualquier otro tema que no tenga relación alguna con el mundo de los caballeros andantes; y es por ello que, teniendo en cuenta estos cambios de registro y junto con las disparatadas réplicas de Sancho Panza convierten a ésta en una desternillante novela que sin duda hará pasar un buen rato leyéndola.
Cita
La cita que he elegido para esta ocasión, creo, es la más importante de todo el libro. Es con la que empieza toda la historia, con la que don Quijote deja de ser en su mente Alonso Quijano para convertirse en el ilustrísimo caballero don Quijote de la Mancha. Es ideal para plasmarla aquí para el recuerdo.
Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse; porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma.
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Què més es pot afegir al teu comentari? Com dius al principi, aquesta novel·la està super estudiada i comentada. Com a molt, m’atreviré a copiar un dels moltíssims fragments que m’enamoren:
«Todo lo miraba Sancho Panza, y todo lo contemplaba y de todo se aficionaba. Primero le cautivaron y rindieron el deseo las ollas, de quien él tomara de bonísima gana un mediano puchero; luego le aficionaron la voluntad los zaques, y últimamente las frutas de sartén, si es que se podían llamar sartenes las tan orondas calderas; y así, sin poderlo sufrir ni ser en su mano hacer otra cosa, se llegó a uno de los solícitos cocineros, y con corteses y hambrientas razones le rogó le dejase mojar un mendrugo de pan en una de aquellas ollas. A lo que el cocinero respondió:
—Hermano, este día no es de aquellos sobre quien tiene juridición la hambre, merced al rico Camacho. Apeaos y mirad si hay por ahí un cucharón, y espumad una gallina o dos, y buen provecho os hagan.»
[Segunda parte, capítulo XX]
Pot semblar poca cosa, però, aquí, Cervantes reflecteix la gana que devia passar el pobre Sancho i la major part de les persones humils d’aquella època (és a dir, gairebé totes). En escoltar aquella resposta, la cara de l’escuder havia de ser la viva imatge de la felicitat.
Muy buen fragmento de las bodas de Camacho, Jordi. En efecto, refleja a la perfección el hambre que se pasaba en aquella época, y sobre todo en la profesión de la caballería andante, en la que en más de una ocasión Sancho Panza hace mención a que, salvo cuando se hospedaban en algún «castillo» u otras viviendas, o cuando compartían comida o cena con gente que se encontraban en el camino, en el mejor de los casos sólo tenían para comer almendras y frutas que encontraban por el camino y alguna hogaza de pan. Muchas gracias por leer la reseña y tomarte el tiempo de comentar. 😀
Es muy difícil escribir una reseña sobre el Quijote… creo que sale más a cuenta abrirse un blog exclusivamente para el Quijote, porque hay tantísimo que comentar que no se termina nunca.
A mí me pasó una cosa con el Quijote. Me leí la primera parte, y me maravilló. Así que me dispuse a leer la segunda, pero antes quise intercalar una lectura, y después intercalé otra… y se me fue de las manos. Cuando quise empezar la segunda, ya había pasado mucho tiempo, y quería releer la primera.
Tengo pendiente leérmelo entero del tirón.
Un saludo.
Sí, es un marronazo hacer una reseña de este libro, porque otros con más conocimientos han hecho análisis más profundos y cualquier cosa que se pueda decir casi que peca en banal. Pero me animé principalmente porque hay mucha gente que no se atreve a dar el paso, y si mi opinión puede contribuir a desmitificar un poco el libro y que pase a tenerse en cuenta como un libro entretenido y divertido, pues lo doy sobradamente por bueno. Pero en fin, he tenido que dejar de escribir secciones recurrentes en otras reseñas porque en este libro puede encontrarse cualquier recurso literario que quiera encontrarse, es una maravilla y me ha sorprendido muy gratamente. Espero que te animes a leértelo de nuevo del tirón; yo es cierto que a la vez iba leyendo otros libros, para no «empacharme» e ir leyendo sólo cuando realmente tuviera ganas, pero lo cierto es que no pasaron nunca más de dos o tres días en que no leyera algo, por mínimo que fuese; así cuando lo terminé lo tenía todo fresco. Un saludo y gracias por pasarte y comentar. 😀
jejejeje yo leí el libro hace muchosssss años, cuando era muyyyyy joven… vamos, que igual debería releerlo pero ahora mismo me daría un poco de pereza, está claro que es de esas reseñas que nunca haría enseguida porque me pasaría como a ti… que digo yo del libro que no se haya dicho y esté a la altura, pero después de leerte pienso que realmente lo importante no es estar a la altura sino dejar constancia de lo que nos ha parecido y a ti se ve que te ha gustado y comentándolo lo acercas a personas que lo descartarían o bien por largo o bien por pensar que es complicado de leer o incluso por pensar que son ellos los que no están a la altura del libro! gente a la que sigo en algunos blogs, hacen un capítulo por semana para no estresarse mucho y es verdad que lo suyo es combinarlo con otros libros o dejarlo reposar de vez en cuando! es cierto lo que dices que la gente lo asocia a alguien que confundió molinos con gigantes, por qué será?? de donde habrá salido eso? en fin, he tardado algo en pasarme porque he tenido mucho trabajo estos días, y el que me espera xD
Creo que lo que hacen en algunos centros de ponerlo como lectura obligatoria en clase es un error enorme. Hay muchos otros libros que leer y a los que también se les puede sacar partido; quizá no todo el mundo vaya a ver con buenos ojos este libro, porque es uno de los clásicos más conocidos en nuestro país, tanto para bien como para mal, y es uno de los que más opiniones se vierten, tanto de quienes se lo han leído como de quienes no pero dicen que sí porque… no sé por qué en realidad. Y, sobre todo de estos últimos, las opiniones suelen ser muy negativas, cuando no incluso peyorativas, intuyo que porque queda más guay ponerlo a parir que decir que te ha gustado y que te lo has pasado bien leyéndolo… Entonces, se quiera o no, eso deja mella. Y si lees algo porque de verdad te apetece, pues lo que digan los demás, sobre todo si es desfavorable, pues como que te da igual… pero si te están obligando a leerlo, simplemente por ser impuesto, vas a prestar más atención a las críticas negativas (fiables o no) que a las positivas.
Tanto con este libro como con los demás, si mi reseña puede hacer aunque sólo sea a una persona que se decida a leer el libro que esté recomendando ya habrá merecido la pena haberla escrito. 😛
El anuncio sobre las cookies me hizo el día <3 gracias