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¡Feliz día del libro! Y algunas cosas sobre el IV centenario de Cervantes

23-IV-2016

Lo primero: ¡feliz día del libro! Y este año es un día del libro muy espe­cial, ya que jus­to hoy hace 400 años que murió Miguel de Cer­vantes: el que fue, es y será nue­stro autor insigne y del que siem­pre podremos estar más que orgul­losos.

Empezaré evi­tan­do el pos­tureo: no he leí­do Don Qui­jote de la Man­cha, todavía. Estoy en ello, de hecho; y creo que éste era un año prop­i­cio para ello. Cuan­do era pequeño nadie me obligó nun­ca a leérme­lo (y creo que casi mejor que haya sido así, las lec­turas oblig­a­to­rias, quizá por el hecho de ser­lo, nun­ca me gus­taron); y pasaron los años sin que lle­gara el momen­to opor­tuno de leérme­lo, pero con las ganas de hac­er­lo en algún momen­to. Ya he leí­do la primera parte, y me parece un libro fan­tás­ti­co, pero ya con­taré más sobre ello en la cor­re­spon­di­ente reseña que le haga cuan­do lo ter­mine.

El caso es que no he venido hoy a decir lo que mola El Qui­jote, para eso ya habrá tiem­po. Más bien lo que quiero destacar aquí es lo injus­to que es este país. Hace poco pen­sé en escribir algo así, cuan­do leí la entre­vista que dieron en Zen­da Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte hablan­do, entre otras cosas, sobre Miguel de Cer­vantes, pero se diluyó mi cabreo. Y aho­ra, cuan­do ter­miné de leer la primera parte de El Qui­jote, volvieron a entrarme ganas de soltar aquí lo que pien­so tras leer el pról­o­go que Cer­vantes escribió para la segun­da parte del libro. En serio, somos lo peor. ¡Cómo no voy a ser mis­án­tropo!

Somos lo peor, como raza humana, y especí­fi­ca­mente, en muchísi­mas cosas, como país. Somos nue­stros peo­res ene­mi­gos, en todos los sen­ti­dos; ten­demos a val­o­rar más cualquier cosa que ven­ga allende los mares que lo pro­pio, cul­tural­mente sobre todo; después, nues­tras cabezas vis­i­bles, los rep­re­sen­tantes, son un ata­jo de bor­ri­cos que ni siquiera están a la altura para cel­e­brar un cuar­to cen­te­nario de una figu­ra como Cer­vantes como se merece; y no será porque no tienen ejem­p­los, porque en Inglater­ra y en Esta­dos Unidos el niv­el de impli­cación que han tenido con Shake­speare ha sido para quitarse el som­brero. Y no es, en este caso, que esté val­o­ran­do más lo de fuera; es que aquí, sal­vo las enti­dades que cada 23 de abril hacen algo en ref­er­en­cia a El Qui­jote y a Miguel de Cer­vantes, a niv­el insti­tu­ciones, de man­era glob­al, como país, nadie ha hecho nada dig­no de ser desta­ca­do. Y eso es triste.

Con Cer­vantes pasó como suele pasar con cualquier per­sona en este país. Mien­tras esta­mos vivos podemos ser de lo peor que haya exis­ti­do en el mun­do, pero ay cuan­do mori­mos, ¡unos angeli­tos éramos! En serio, leer el pról­o­go de la segun­da parte de El Qui­jote es muy triste. Lo menos­pre­cia­ban, decían que esta­ba acaba­do, que no volvería a escribir nada bueno, que en real­i­dad ese libro no era para tan­to, que a qué tan­ta mofa de los libros de caballería… le decían man­co, por el prob­le­ma que tuvo con su mano, en fin, la críti­ca: el deporte por exce­len­cia de los españoles.

Y la envidia, otro tan­to para los españoles, a quienes pocos nos podrán super­ar. La segun­da parte apócri­fa de El Qui­jote, que Avel­lane­da pub­licó, supues­ta­mente, val­ién­dose de la amis­tad que les unía, y en con­fi­den­cia de lo que esta­ba por ocur­rir en esa segun­da parte, se ade­lan­tó para aprovecharse de la fama que podía ten­er, y que a través de los lec­tores a los que les gustó la primera parte (aunque luego de cara a la galería criticaran tan­to al libro como al autor segu­ra­mente, una cosa no qui­ta la otra) tenía unas ven­tas ase­gu­radas y la con­sigu­iente remu­neración económi­ca. ¿Cómo se puede ser tan ruin para aprovecharse de esa man­era de las ideas y del tal­en­to de un ami­go?

Aunque supon­go que ese pájaro no con­ta­ba con que Cer­vantes parecía ten­er una per­son­al­i­dad fuerte, y que en lugar de hundirse porque le habían chafa­do la idea y pen­sar que ya no tenía ningún sen­ti­do pub­licar lo mis­mo dos veces (como segu­ra­mente me hubiera suce­di­do a mí), él supo reac­cionar, cam­bió de rum­bo la idea, y en lugar de irse hacia Zaragoza como comen­tó al finalizar la primera parte y, como segu­ra­mente, le había trans­mi­ti­do en detalle al pro­pio Avel­lane­da, mandó al Caballero de la Triste Figu­ra y a su fiel escud­ero hacia tier­ras cata­lanas, y aún buscó hue­co en algún capí­tu­lo (todavía no llegué a esa parte, pero me muero de ganas por leer­la) para que Don Qui­jote y San­cho ley­er­an esa apócri­fa segun­da parte y se burlaran de ella, con lo que, pese a usar un seudón­i­mo, entre quienes sí sabían qué per­sona se escondía tras aquel Avel­lane­da, se reirían bas­tante de él y del ridícu­lo al que Cer­vantes le sometió.

España es un país que se ha espe­cial­iza­do en des­pre­ciar a su gente más impor­tante en favor de, por ejem­p­lo aho­ra mis­mo: fut­bolis­tas, que sin duda hacen may­or y mejor labor por el bien de los políti­cos de turno, que les sirve como una ide­al corti­na de humo para escon­der sus prob­le­mas… y todavía así salen, así que si no tuvier­an ese cir­co del que tirar mano en momen­tos de apuros a saber qué acabaríamos cono­cien­do.

La gente que real­mente merece la pena ser cono­ci­da, des­gra­ci­ada­mente, es anón­i­ma. Por ejem­p­lo: todos esos cien­tí­fi­cos, a quienes el Esta­do les recortó el pre­supuesto para poder seguir inves­ti­gan­do; que un día puede que des­cubran algo impor­tante, pero que se han tenido que mar­char por la puer­ta de atrás a otros país­es en los que su labor sí que se ten­ga en la con­sid­eración que merece. Y que, a saber si por cues­tiones del azar, un día alguno de ellos des­cubre algo impor­tante… qué sé yo, algo real­mente impor­tante, como algu­na cura con­tra algu­nas de las tan­tísi­mas enfer­medades que, todavía hoy, siguen cobrán­dose numerosas vidas humanas, como por ejem­p­lo el cáncer. Sería una opor­tu­nidad tira­da a la basura para nue­stro país: el país que for­mó a esa mente bril­lante, y de la que prob­a­ble­mente ni siquiera se sabrá su lugar de ori­gen (y segu­ra­mente ni siquiera esa per­sona lo quiera desve­lar, por vergüen­za), sim­ple­mente se sabrá cuál fue el país que apos­tó por esa per­sona cuan­do su gente, las per­sonas que deberían de haber con­fi­a­do en esa per­sona, le dieron una pata­da y dejaron que se mar­chara del país por la puer­ta de atrás.

Pues eso mis­mo pasó con Cer­vantes y con un largo etcétera de per­sonas de las cuales no nos hemos podi­do sen­tir orgul­losos como país has­ta que se han muer­to. Y en el caso de este fan­tás­ti­co escritor, dicho sea de paso, has­ta que no han tenido que venir des­de otros país­es a decirnos: ¡eh, que ese libro al que no hacéis demasi­a­do caso es una obra del copón, que ya nos hubiera gus­ta­do que fuera escri­ta por algún autor de nue­stro país! Que comen­zaran a llover las tra­duc­ciones a todos los idiomas posi­bles, y que empezase a for­mar parte de todas las lis­tas de impre­scindibles de la lit­er­atu­ra mundi­al. Fue entonces cuan­do España, como con­jun­to glob­al de per­sonas, se dio cuen­ta de lo que tenían, de lo que habían deja­do escapar, y de que el autor de ese genial libro murió pobre, solo, aparta­do como si fuera una rata, y sin que nadie se pre­ocu­para por una de las per­sonas que más dinero ha dado a ganar al país y, más especí­fi­ca­mente, a indi­vid­u­os con­cre­tos que, como siem­pre car­ac­ter­i­za a la gente de este país, han sabido aprovechar ese tirón para sacar taja­da y hac­er el máx­i­mo dinero posi­ble.

Ben­di­ta España, nun­ca dejará de sor­pren­derme. Y casi siem­pre para mal.

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7 comentarios

  1. Tienes tan­ta razón por des­gra­cia…
    Pien­sas casi igual que yo, la ver­dad me da mucha pena que no se le esté sacan­do tan­to par­tido a Cer­vantes como los ingle­ses lo están hacien­do a Shake­speare.

    ¡Yo tam­bién estoy leyen­do el Qui­jote por vol­un­tad propia y me está encan­tan­do! Por cier­to, me ha encan­ta­do la entra­da 🙂

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    • Muchas gra­cias, Isabel, por tu comen­tario. me ale­gra un mon­tón que te haya gus­ta­do. Aunque a las insti­tu­ciones les dé bas­tante igual la cul­tura, y más conc­re­ta­mente El Qui­jote, que­da para nosotros lo que dis­fru­ta­mos al leer la his­to­ria. Y quien no es capaz de hac­er un dig­no hom­e­na­je de este autor y de su per­son­aje insignia, retrata­do que­da.

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  2. Hom­bre, tam­poco hay que caer en el fatal­is­mo. Yo me que­do con que Cer­vantes era súper badass xDDD

    Pero Isabel ahí da en el cla­vo. No exprim­i­mos lo que ten­emos aquí.

    Nota: recuer­do que estuve en Kilken­ny cuan­do via­jé a Irlan­da, y vis­ité el castil­lo. ¿A que no sabes qué libro había en la bib­liote­ca, entre otros? Pues sí. El inge­nioso hidal­go Don Qui­jote de la Man­cha. En inglés, claro. Y me hizo más ilusión… xD

    ¡Besos!

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    • Si todos fuése­mos como Cer­vantes, con lo que pasó el pobre hom­bre en su tor­men­tosa vida, nos iría todo bas­tante mejor y estaríamos más seguros de nosotros mis­mos. La de palos que le cayeron, y el tío ahí, firme en su propósi­to. De admi­rar.

      Mola mucho cuan­do se val­o­ra lo bueno que se tiene, y ver El Qui­jote en otro país debe de ser la leche. En España hay muchas cosas bue­nas, y que mere­cen ser val­o­radas; inclu­so más allá de la cul­tura, pero como no es cool, direc­ta­mente es descar­ta­do. Lo malo es eso, que ten­gan que des­cubrirnos des­de fuera lo que aquí ten­emos de bueno.

      Besos, Bet­tie. 😀

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  3. Pero dejar a los nota­bles en la ruina no es solo mar­ca España, por mucho que los españoles tire­mos piedras a nue­stro pro­pio teja­do. Te recuer­do que Van Gogh murió pobre y desqui­ci­a­do, sin ningún tipo de reconocimien­to. Y lo peor es que dicho reconocimien­to y fama es algo que no se puede pedir a una sociedad incul­ta. Que un ado­les­cente tire ala­ban­zas a un trans­gre­sor como Cer­vantes lo con­vierte en un alien col­or verde.

    Y es que sí, es cier­to que España es deca­dente y no des­de tiem­pos de nue­stro segun­do Felipe como dicen algunos, sino des­de mucho antes: me atrevería a decir que des­de que cayó el velo de la Recon­quista; pues poco nos enorgul­le­ce­mos de ser los primeros que unieron en Tole­do a tres cul­turas y reli­giones unidas y com­pen­e­tradas por la cul­tura y su difusión, para lo mucho que nos ofus­camos cuan­do Arda Turán mete un gol a nue­stro queri­do Real Madrid.

    Pero creo que tam­poco das cuen­ta de que nadie se ha lev­an­ta­do a com­bat­ir a los moli­nos, y que nadie se toma en serio a los pocos locos que luchan con­tra ellos; y ya no digo cien­tí­fi­cos emi­nentes que son lla­ma­dos por Har­vard para ser exprim­i­dos porque en España no les dan ni las gra­cias por pasar­les un sobre de azúcar(y créeme, lo conoz­co de primera mano), sino policías, enfer­meras, médi­cos… que son menos­pre­ci­adas a pesar de su hon­roso tal­en­to y ded­i­cación, su tra­ba­jo de sac­ri­fi­cio por sacar a España de un pozo que los más grandes siguen esca­v­an­do mien­tras los españoles miramos a otro lado. Véase, a la pan­talla en el próx­i­mo der­bi.

    Tam­bién destacaría la men­tal­i­dad españo­la„ de inten­tar salir siem­pre por la puer­ta de atrás: Eva­siones de impuestos, piso­teos mar­ra­nos por la espal­da… Y sien­to decirte que ni tú, Javi, ni yo, Raquel(pues como ele­fan­ta no pago impuestos de per­sona físi­ca), esta­mos libres de peca­do en este sueño español de creer­nos los mejores sim­ple y llana­mente en nue­stro opio que es el fút­bol, cuan­do fuimos patrones de Gar­cía Márquez y Var­gas Llosa en sus primeros tiem­pos, cuan­do tuvi­mos a un autor del Lazaril­lo que prob­a­ble­mente murió entre tan­ta picaresca y men­di­ci­dad autoimpuesta(y no solo económi­ca, sino espir­i­tu­al).

    Tam­bién destacaría que, si entien­des un poco de His­to­ria de España(o inclu­so si no, pues ya ves tú, per­sona más mendi­ga que yo en estos casos), habrás dado cuen­ta de que todos los grandes peri­o­dos de esplen­dor cul­tur­al sur­gen en los peri­o­dos de cri­sis int­elec­tu­al, económi­ca, demográ­fi­ca, social y sobre todo de intol­er­an­cia, que en eso somos duchos. Y por eso ten­emos a tan­tos grandes, porque si hay algo que nos gus­ta a los españoles es no quer­er ser españoles, y hay quienes huyen por inca­paci­dad int­elec­tu­al o cobardía, pero hay quienes luchan en letras, pin­turas o cien­cias para abrir los ojos a un pueblo ciego.

    No sé si con­sid­er­arme mis­án­tropa, pues eso han de juz­gar­lo per­sonas exter­nas, pero haberme decanta­do por la física(más desnat­u­ral­ista no hay nada) lo veo una alar­ma deter­mi­nante.

    Besos, mis­ter Pala­cios.
    PD. Sien­to decirte que la has pifi­a­do al pro­pon­er los insul­tos que se decían hacia nue­stro mejor man­co, puesto que él mis­mo se enorgul­lecía de haber per­di­do la mano en la Batal­la de Lep­an­to — con­tra los tur­cos otomanos, en el 1571.

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    • Está claro que en todas partes cue­cen habas, y que en todos los país­es habrá algo por lo que ten­gan que arrepen­tirse, pero no me negarás que en España somos grad­u­a­dos sum­ma cum laude en esos men­esteres. Y en cuan­to a lo de los insul­tos por ser man­co, no lo digo yo, lo dice Cer­vantes en el libro. 😛

      Besos, señori­ta ele­fan­ta.

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