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¿Cómo explicarle a otra persona a qué se debe mi cambio físico?

10-X-2014

Los que me seguís sabéis que he cam­bi­a­do mucho físi­ca­mente en rel­a­ti­va­mente poco tiem­po; algunos pen­sarán que es para con­tentar a alguien, otros —como pasó— que sería algo tem­po­ral, quizá otros tam­bién piensen que me haya obse­sion­a­do… Opin­iones diver­sas y para todos los gus­tos. Aho­ra bien, ¿qué es lo que yo sien­to? ¿Cómo le expli­caría a otra per­sona qué me pasó y por qué cam­bié tan rad­i­cal­mente? Puede ser difí­cil de ver más allá de lo obvio rela­ciona­do con la salud.

Hace unos días lo expliqué en pal­abras. No he comen­ta­do nada por aquí al respec­to —aunque tenía en mente hac­er­lo antes del parón de pub­li­ca­ciones— pero rela­ciona­do con mi propósi­to de mejo­rar este año mi caligrafía me apun­té a un grupo de cor­re­spon­den­cia; cada mes nos vamos envian­do car­tas para cono­cer­nos y tam­bién para ten­er algo que escribir cuan­do no sabes qué. Y expliqué mi his­to­ria más reciente de un modo que me gustó tan­to que la con­servé y hoy quiero com­par­tir­la con vosotros.

Mi his­to­ria más reciente viene lig­a­da indi­rec­ta­mente a la cri­sis económi­ca; no sé si en ausen­cia de ella hubiera sido mejor o peor pero lo que sí ten­go claro es que hubiera sido difer­ente.

Estuve hacien­do deporte reg­u­lar­mente bas­tante tiem­po. Me sal­ió tra­ba­jo y el rit­mo incre­men­tó; mi for­ma físi­ca y mi cuer­po no delata­ban todavía mis cos­tum­bres adquiri­das, pero iban camino de ello. Pasó el tiem­po y me quedé sin tra­ba­jo; tras esto me aban­doné. Entien­do que después de mucha activi­dad haber cor­ta­do de golpe lo com­plicó todo mucho más.

Es difí­cil, al menos para mí, afrontar la pér­di­da de cualquier tra­ba­jo ya que tien­do a con­sid­er­ar­lo una pequeña batal­la per­di­da, pero todavía lo es más cuan­do es un tra­ba­jo en el que estás ver­dadera­mente a gus­to. En el que los jefes son tan majos que parece que no sea tra­ba­jo. Uno de esos de los que de haber dura­do no me hubiera impor­ta­do man­ten­er­lo para toda la vida. La cri­sis fue la cul­pa­ble de que nos finiq­ui­taran a toda la plan­til­la. Y me aban­doné. Caí en la auto­com­pasión e hice lo peor que alguien puede hac­er con­si­go mis­mo: dar­le igual cómo esté. Dar­le igual prác­ti­ca­mente todo. Veía la vida pasar, sin más. Des­de la per­spec­ti­va es fácil analizar­lo de este modo, pero mien­tras todo ocurre aunque era más o menos con­sciente de que algo no iba bien creo que ni me pre­ocu­pa­ba ni me importa­ba.

Como era de esper­ar engordé. Demasi­a­do. Más aún, quiero decir. Todos los pro­gre­sos que había con­segui­do, aunque no eran demasi­a­dos, se fueron al garete. Cuan­do me di cuen­ta esta­ba cer­ca de los 125kg. 2013 esta­ba cer­ca y me pro­puse un cam­bio; era evi­dente que esta­ba ganan­do mucho peso cada día que pasa­ba pero has­ta que la bás­cu­la no dic­ta sen­ten­cia no eres con­sciente de cuán­to. La úni­ca opción posi­ble era pon­er­le freno a un prob­le­ma que me había crea­do yo mis­mo. Esta­ba que­ján­dome de la cri­sis y en con­tra de hac­er algo para solu­cionar mi nue­vo prob­le­ma me creé otro más.

Llegó 2013 y empecé a afrontar un cam­bio, prin­ci­pal­mente de acti­tud, que me ayudó a ver de for­ma pos­i­ti­va todo lo que venía por delante y en lo que nadie con­fi­a­ba. O casi nadie. Entre los pocos que creyeron en mí esta­ban esos sufri­dos padres que siem­pre me han apoy­a­do por desca­bel­la­da que pareciera la idea; pero sobre todo: yo mis­mo. Y hacía mucho que no creía en mí mis­mo.

Cam­bié la acti­tud casi total­mente. O sin el casi. Reem­placé el seden­taris­mo al prin­ci­pio por pequeños paseos que, con­forme mi cuer­po iba invitán­dome a ello, iban trans­for­mán­dose en ligeros trotes com­bi­na­dos con dosis de ejer­ci­cio de fuerza y larguísi­mas sesiones de bici­cle­ta. Todo ello aseso­ra­do por… mí mis­mo. Según lo que iba estu­dian­do de aquí y de allá.

Trans­for­mé una dieta de espan­to en una lo más sana posi­ble; ale­ja­do del pro­totipo de rég­i­men porque era algo que quería man­ten­er con el paso de los años. Y ésto no hubiera sido posi­ble sin la ines­timable ayu­da de mi madre. Acom­paña­da esta dieta de sus cor­re­spon­di­entes análi­sis médi­cos y con­troles diver­sos a la mín­i­ma adver­ten­cia. En defin­i­ti­va: un cam­bio rad­i­cal que me llevó a empezar 2013 con casi 125kg y a ter­mi­narlo con 89kg. Muchísi­mo más de lo imag­i­na­do en mis mejores fan­tasías.

Aho­ra, aparte de saber cómo explicar a alguien por qué y cómo cam­bié, tam­bién ten­go jun­to con mi foto del antes y después una moti­vación extra donde enfo­car mis pen­samien­tos cuan­do los pro­gre­sos no van lle­gan­do a la veloci­dad que desearía.

Este año han ocur­ri­do cosas que no me han per­mi­ti­do dis­fru­tar­lo tan­to como el ante­ri­or, pero echar la vista atrás y ver todo lo con­segui­do ayu­da a no volver a caer en la auto­com­pasión y a lev­an­tar cabeza lo más rápi­do posi­ble en cualquier ocasión.

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