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Reseña: Círculos infernales, de AA. VV.

6-XII-2015

Círculos infernales, de AA. VV.

Cír­cu­los infer­nales, de

Pági­nas: 196 Edi­to­r­i­al: Saco de hue­sos ficha del libro

Sinopsis

El Infier­no es Legión. Encon­tramos tan­tos como per­sonas han exis­ti­do y exi­s­tirán. Para algunos es un con­cep­to metafísi­co, mate­ria de teología y filosofía; para otros, una real­i­dad cotid­i­ana, un día a día que se hace eternidad. Ame­naza de ultra­tum­ba o fol­clore de otros tiem­pos, su capaci­dad de sug­estión es incues­tion­able. Para aque­l­los que cul­ti­va­mos la fic­ción de lo macabro es, además, un ter­reno inigual­able por su riqueza estéti­ca, sim­bóli­ca y emo­cional. Es decir, una tentación demasi­a­do grande para que los hue­sos de este saco no cayéramos en ella.

El resul­ta­do de nue­stro traspiés al abis­mo es este: Cír­cu­los infer­nales, una antología que recoge trece visiones de este espa­cio con­cre­to y polifacéti­co en las que hemos inten­ta­do ale­jarnos de la mera metá­fo­ra para aden­trarnos en las entrañas de sub­mun­dos pal­pa­bles, sin despo­jar­los por ello, eso sí, de su carác­ter alegóri­co o de las lec­turas sub­y­a­centes. Es un via­je al aver­no de la mano de trece vir­gilios dis­pares: doce autores de la casa y un clási­co. Cada uno de ellos nos ha plantea­do un infier­no dis­tin­to, a veces de inspiración tradi­cional, en oca­siones entrete­ji­do con ref­er­en­cias con­tem­poráneas, a rit­mo de la espa­da y bru­jería más sinies­tra o mold­ea­do con la den­si­dad del ter­ror psi­cológi­co y el hor­ror exis­ten­cial. En todos los casos, mun­dos inqui­etantes y fasci­nantes en lo que da miedo aden­trarse por mucho que nos atraigan como la lla­ma a la polil­la.

Si a pesar de las adver­ten­cias sois de aque­l­los que quieren jugar con este fuego, no lo dudéis: aden­traros en sus pro­fun­di­dades. Eso sí, sin olvi­dar la máx­i­ma graba­da en los din­te­les del infier­no: Dejad atrás toda esper­an­za, vosotros que entráis…

Opinión

Esta antología está com­pues­ta por trece relatos; el tema en común en todos ellos es el infier­no, y se puede decir que, en cier­to modo, quizá no tan­to la cal­i­dad pero sí la elab­o­ración de los mis­mos va in crescen­do. Por el con­trario de lo que puede pare­cer no es un libro que dé miedo, así que per­sonal­mente lo recomien­do para todos aque­l­los a los que les guste el género de ter­ror, pero que no dis­fruten en exce­so con algo pura­mente ter­rorí­fi­co y reple­to de sus­pense. Aquí se encon­trarán más bien relatos que no son lo que pare­cen has­ta el final y descrip­ciones con may­or o menor detalle de lo que imag­i­nan que será el infier­no para sus respec­tivos autores. Y como aunque el nexo de unión entre todos ellos sea el infier­no real­mente son bien difer­entes entre sí, paso a dar mi opinión de cada uno de ellos.

La Nochebuena en el infierno

El primer rela­to de esta antología se tit­u­la «La Nochebue­na en el infier­no»; y es un rela­to en dominio públi­co escrito en el siglo XIX por la aristócra­ta españo­la Emil­ia Par­do Bazán. En él, el primero de una serie de tres cuen­tos lig­a­dos entre sí, nos cuen­ta de qué for­ma se vive la noche de Nochebue­na en el infier­no: el úni­co día del año en que las tor­turas y los lamen­tos cesan, dan­do lugar así a un esce­nario total­mente ale­ja­do a lo que imag­i­namos pue­da ser ese espa­cio del que todos hemos oído hablar y al que, seamos creyentes o no, preferiríamos no ir jamás. Me ha deja­do con ganas de leer sus dos con­tin­ua­ciones.

Cancervecero

En éste, el segun­do rela­to, des­de la como­di­dad de la bar­ra de un bar, con el estó­ma­go lleno y la sed saci­a­da, el autor nos cuen­ta que no existe un úni­co tipo de infier­no, sino que depende de cada cuál se vivirá de un modo u otro; una especie de infier­no per­son­al­iza­do en el que te encon­trarás aque­l­lo que te dé más miedo en vida; pero a las puer­tas del aver­no hay un guardián, al cual puedes sobornar… si sabes cómo.

Esta noche, te abriré las venas de mi infierno

Este ter­cer rela­to tra­ta de una chi­ca a la que, su supues­ta ami­ga, va deján­dole una serie de pis­tas que debe ir sigu­ien­do para que, aunque ella no se lo espere, la con­duz­can direc­ta­mente a las puer­tas del infier­no para hac­er­le com­pañía a su ami­ga. Crea una atmós­fera oscu­ra, típi­ca de los relatos góti­cos, y lle­ga inclu­so a hac­erte sufrir por la suerte que le deparará a la pro­tag­o­nista del rela­to.

En una hondonada inmediata

Cuar­to rela­to. En éste se nos pre­sen­ta un infier­no mucho más verosímil, pero no por ello menos ater­rador; en él un grupo de jóvenes se ven reclu­i­dos en una casa de la que no pueden salir si no es acom­paña­dos de los dueños de la mis­ma, y sólo si es para hac­er tra­ba­jos forza­dos mucho más pesa­dos de los que hacen en el inte­ri­or de la casa y en la parcela con­tigua a la mis­ma. Su úni­co dere­cho es un poco de comi­da y agua al día, y tam­poco todos los días. Sin duda, de las cosas ter­re­nales que puedan exi­s­tir más pare­ci­das al infier­no.

En carne y hueso

El quin­to rela­to se ale­ja de estereoti­pos y pre­sen­ta un infier­no des­de la per­spec­ti­va opues­ta; todos esta­mos acos­tum­bra­dos a que cuan­do hablam­os del infier­no somos los humanos quienes vamos a él para some­ter­nos a las más rebus­cadas —y dolorosas— tor­turas. ¿Pero y qué hay de quienes ahí se encuen­tran? ¿Quiénes son esas bes­tias que nos per­tur­ban durante toda la eternidad? Con este rela­to des­cubrire­mos cuál es su preparación y cómo les enseñan a no sen­tir piedad gritn lo que griten y sean quienes sean los con­de­na­dos.

Al infierno un poco

¿Qué es la oui­ja sino una de las puer­tas al infier­no más cono­ci­das? En este rela­to des­cubrire­mos cuáles pueden ser los peli­gros de dejar abier­ta una puer­ta que jamás debió abrirse. A un inspec­tor de policía le encar­gan resolver el caso de una serie de asesinatos después de que unos jóvenes crey­er­an que era bue­na idea echar una par­ti­da a la oui­ja; éste ten­drá que enfrentarse a una fuerza demonía­ca que poseyó a uno de los chavales que jugaron a la oui­ja.

Condenado

En el sép­ti­mo rela­to el per­son­aje pro­tag­o­nista del mis­mo, de repente, un día, cree firme­mente que está muer­to, que está rodea­do por demo­ni­os ya que todas las caras le pare­cen iguales, y que inclu­so él es uno de ellos porque cuan­do se ve en algún rele­jo la cara que ve es exac­ta­mente la mis­ma que la de los demás. ¿Puede haber un infier­no más real que lo que te ocurre en vida y es inex­plic­a­ble?

Un día de verano

Este octa­vo rela­to es com­pli­ca­do reseñar­lo sin hac­er spoil­ers, porque el impacto, cuan­do entien­des a qué viene la pre­sentación del per­son­aje y por qué están en ese esce­nario, está al final; y omi­tien­do esa parte es difí­cil decir de qué va. Algo que añadiré es que si has vis­to y te gus­taron las series de tele­visión «Entre fan­tas­mas» pro­tag­on­i­za­da por Jen­nifer Love Hewitt, o «Medi­um» pro­tag­on­i­za­da por Patri­cia Arquette este rela­to te dejará impre­sion­a­do. El final es genial.

El descenso de Aquel que Busca el Descanso

Éste es el rela­to más angus­tiante de cuan­tos he leí­do has­ta aho­ra. El per­son­aje del mis­mo se ve for­zosa­mente enfras­ca­do en una búsque­da, en algunos momen­tos aparente­mente sin fin, por las mis­mísi­mas tier­ras del infier­no. El autor detal­la con pre­cisión cada paso del per­son­aje y cada obstácu­lo con el que se topa; de for­ma, como dije, angus­tiante, pesa­da, escalofri­ante… para hac­erte sen­tir, en la medi­da de lo posi­ble, lo mis­mo que estarías sin­tien­do si fue­ses la per­sona encar­ga­da de hac­er esa atroz búsque­da. El final, en mi opinión, es bas­tante impre­deci­ble; me encan­tó.

El juego de la oca degollada

Déci­mo rela­to, cuyo pro­tag­o­nista es una niña. His­to­rias de ter­ror y niños for­man un tán­dem ide­al si se sabe explotar bien. El ini­cio es total­mente verosímil, aunque después da un giro hacia lo imag­i­nario, para dar paso a una his­to­ria rela­ciona­da con el infier­no, que es de lo que va este libro; un obje­to extra­or­di­nario cae en manos de una jovenci­ta, medi­ante el cual cono­cerá a un nue­vo «ami­gu­i­to» con el que podrá ir de excur­sión al sub­mun­do.

Haberlas haylas

Inspi­ra­do en la época medieval, en la zona de Gali­cia y con una «meiga» entre sus per­son­ajes. Todos los ingre­di­entes nece­sar­ios para que un rela­to me encante. En mi opinión, jun­to con el noveno rela­to, de los más elab­o­ra­dos de cuan­tos he ido leyen­do has­ta este momen­to. En éste no toma tan­to pro­tag­o­nis­mo el infier­no, en gran parte se cen­tra en todas las leyen­das mar­avil­losas que se cuen­tan de esas mar­avil­losas tier­ras del noroeste español.

La balada de Uro, señor de los Fríos

En prin­ci­pio nos habla del infier­no; sobre la clase de gente que habi­ta en él, y sobre cómo no se hacen dis­tin­ciones entre las per­sonas que allí habi­tan; da igual nues­tra proce­den­cia, nues­tra religión o nues­tra lai­ci­dad, el idioma que hable­mos o lo poderosos y ricos que hayamos sido en vida. Las tor­turas y atro­ci­dades que se come­ten afectan a todos por igual. Y más tarde el nar­rador se cen­tra en Uro, descri­bi­en­do quién es y cómo llegó a ser lo que es.

Anillos de humo

Según el autor de este últi­mo rela­to, al infier­no cada mor­tal puede lle­var con­si­go un obje­to per­son­al que le sir­va como recuer­do de su vida pasa­da. A las puer­tas del infier­no, el per­son­aje humano de este rela­to inten­ta colar tres obje­tos en lugar de uno, pero lógi­ca­mente no cuela. El rela­to se basa en repasar en com­pañía de un pequeño dia­blo qué recuer­dos de su vida mor­tal le evo­can cada uno de esos obje­tos, con el fin de ayu­dar­le a decidir con cuál se quedará. Es un rela­to entretenido, aunque casi en su total­i­dad se basa en esce­nas de su vida mor­tal, y no en lo que ocurre en el infier­no.

Y has­ta aquí. Me pare­ció un libro ameno, fácil de leer y entretenido; con unos relatos, en su may­oría, bas­tante imag­i­na­tivos; y pese a que el tema sobre el que tratan sea común en todos los relatos, el hecho de que estén escritos por dis­tin­tos autores ayu­da a que no se hagan repet­i­tivos ya que cada cual tiene su esti­lo y for­ma de ver el infier­no.

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